8 argumentos sociales, económicos y médicos para decir no la eutanasia

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2022 se cerró en España con un total de 288 personas asesinadas por eutanasia, según se desprende del informe de Evaluación Anual 2022 sobre la Protección de Ayuda para Morir del Ministerio de Sanidad.

La eutanasia es el homicidio deliberado de una persona – o con asistencia- con ramificaciones éticas, sociales, económicas, legales y religiosas. Aunque a menudo el debate se enmarca en términos morales o religiosos, es posible abordar la oposición a la eutanasia desde una perspectiva social. En este artículo, analizamos algunos de los principales argumentos sociales en contra de la eutanasia en España, con un enfoque particular en las estadísticas y los datos económicos, la falta de acceso a cuidados paliativos, el posible comercio de órganos y las implicaciones éticas y sociales de una práctica que mata a las personas y por tanto la vida humana. Es el culmen de la cultura de la muerte.

La cultura de la muerte se ha convertido en una tendencia creciente en algunas naciones, sobre todo con gobiernos socialistas. A la legalización del asesinato de bebés por medio del aborto se ha sumado la eutanasia, un procedimiento que mata en cuestión de minutos al enfermo que la reclama y que, aunque comenzó siendo para pacientes muy graves, se ha ido rebajando a niños, discapacitados o personas cansadas de vivir.

Los primeros en aprobar esta política mortal fueron Países Bajos y Bélgica, ambos liderados por fuerzas de centro e izquierda. La eutanasia fue legalizada en España en 2021 bajo el gobierno de coalición socialista – comunista de Pedro Sánchez, convirtiendo al país en uno de los pocos en el mundo en legalizarla. Esta ley, que permite eutanasiarse  a personas  por «Sufrir una enfermedad grave e incurable o un padecimiento grave, crónico e imposibilitante en los términos establecidos en esta Ley, certificada por el médico responsable». Una redacción ambigua y confusa que permita cualquier cosa.

1. La eutanasia se dispara y termina siendo para todos

Cada año aumenta el número de muertes asistidas notificadas en los países donde está legalizada. Esto significa que desde la entrada en vigor de la ley, a mediados del año 2021, son ya 363 personas las que han decidido quitarse la vida gracias a la entrada de esta nefasta ley. La ley produce eutanasia que se dispara año tras año.

Pero además, esta muerte deliberada podría ocasionar un efecto dominó entre un grupo de personas, donde la eutanasia comienza siendo para los más enfermos y ahora pueden acceder a ella niños, discapacitados y drogadictos.

En definitiva, cada vez más muertes y cada vez a más grupos de personas.

2. La eutanasia conduce al suicidio: Aumento de las Tasas de Suicidio

Uno de los argumentos más importantes en contra de la eutanasia es su conexión con el aumento de las tasas de suicidio.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2022 hubo 4.003 suicidios en España, un aumento del 1,6% con respecto al año anterior, lo que convierte al suicidio, tras el aborto, en la principal causa de muerte no natural en el país, En una sociedad donde el suicidio está a al orden del día, la legalización puede enviar un mensaje social erróneo: de que la vida de algunas personas no vale la pena vivirla, lo que podría normalizar la idea del suicidio, especialmente entre los sectores más vulnerables de la sociedad, como los ancianos, los enfermos y las personas con discapacidades.

Cuando una persona tiene depresión o ansiedad, suele hacer todo lo posible para superarlo y seguir afrontando la vida. Sin embargo, cuando se da la opción, casi se le obliga en muchas ocasiones, muchos de estos pacientes decidirán acabar con su vida, yendo por la «salida fácil».

3. La escalada hacia el «Deber de Morir»

Permitir la eutanasia abre la puerta a que las personas discapacitadas, enfermas y mayores se consideren una carga financiera y emocional excesiva. Este mal denominado «derecho a morir» podría pasar a convertirse en un «deber de morir».

El «deber de morir» es una preocupación real. En los Países Bajos y Bélgica, donde la eutanasia está legalizada desde hace años, ha habido un aumento en los casos en que personas no terminales, pero que sienten ser una carga para sus familias o el sistema de salud, solicitan la eutanasia. En un sistema en el que la salud pública enfrenta presiones económicas crecientes, existe el temor de que los más vulnerables puedan sentir que tienen la responsabilidad de acabar con sus vidas para aliviar la carga financiera de los demás.

4. La Insuficiencia de los Cuidados Paliativos en España

Todo el mundo tiene derecho a estar acompañado hasta el fin de sus días. Con la ley de la eutanasia esto se pierde, ya que se le da más valor a la muerte que a una atención clínica adecuada, la cual tiene como objetivo eliminar el dolor.

La eutanasia en España ha sido legalizada sin abordar de una manera deliberada la cuestión de los cuidados paliativos, una rama de la medicina que busca mejorar la calidad de vida de las personas con enfermedades graves. En un sistema donde los cuidados paliativos no están suficientemente desarrollados, la eutanasia se convierte en una «solución rápida» para el sufrimiento, cuando debería haber alternativas. Y por el contrario, cuando los pacientes gravemente enfermos reciben buenos cuidados paliativos, muy rara vez desean terminar con sus vidas.

4.1. Acceso Limitado a Cuidados Paliativos

En España, según el Atlas de Cuidados Paliativos de Europa (2022), hay aproximadamente 260 unidades de cuidados paliativos en todo el país, lo que resulta claramente insuficiente para cubrir las necesidades de una población de más de 47 millones de habitantes. Además, un estudio del Observatorio de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL) estima que más del 50% de los pacientes que necesitan cuidados paliativos no tienen acceso a ellos –aproximadamente 77.000–. lo que sitúa a España a la cola de Europa en este aspecto. En lugar de proporcionar el apoyo necesario para que los pacientes vivan sus últimos días con dignidad y sin dolor, el sistema está empujando a algunos hacia la eutanasia como única salida.

5. Al Estado le interesa económicamente la eutanasia: Costes de los Cuidados Paliativos vs. Eutanasia

El Estado no invierte en vida, sino en muerte. Los cuidados paliativos requieren unas mayores inversiones en recursos humanos y materiales. Se estima que el coste promedio de los cuidados paliativos hospitalarios para un paciente terminal en España ronda los 500 euros por día, mientras que los cuidados domiciliarios pueden costar entre 100 y 150 euros diarios, dependiendo de la región y la complejidad de la atención. Comparativamente, los costes asociados a la eutanasia son significativamente menores. Cuando de una forma deliberada no se abordan los cuidados paliativos se constata que al Estado le interesa, por razones ideológicas y económicas, promover la cultura de la muerte- en este caso la eutanasia- en detrimento del bienestar de los pacientes.

La eutanasia también podría desviar recursos médicos de otros tratamientos necesarios. En lugar de invertir en mejorar los cuidados paliativos y el tratamiento del dolor, la eutanasia es una solución rápida y económica para reducir el número de pacientes crónicos.

6. El negocio del comercio de órganos a costa de la eutanasia

Otro de los argumentos en contra de la eutanasia, y quizás uno de los más inquietantes, es el posible riesgo de que el procedimiento alimente el comercio de órganos. En países como Bélgica y los Países Bajos, se ha registrado un aumento en la cantidad de pacientes que solicitan la eutanasia y posteriormente donan sus órganos.

España es líder mundial en donación de órganos, con una tasa de 47 donantes por millón de habitantes en 2022, según la Organización Nacional de Trasplantes (ONT).

La legalización de la eutanasia abre la puerta a un potencial conflicto de intereses, donde la muerte de un paciente podría ser vista como una oportunidad para obtener órganos valiosos para trasplantes.

Recientemente, Abogados Cristianos (AACC) ha denunciado las ingentes cantidades de dinero que se pueden derivar de las eutanasias practicadas en nuestro país. Y es que con la eutanasia esto se puede convertir en un lucrativo negocio para el resto de agentes involucrados en el proceso: hospital detector, generador (extracción) y trasplantador. ​

A continuación se detalla en una infografía con el precio por órgano, sumando las cantidades que reciben médicos, enfermeros y otros profesionales sanitarios.

Son, al menos, casi 90.000 euros por persona eutanasiada lo que se puede conseguir en trasplantes, A este cantidad habría que sumar una cantidad fija de 3.382 euros que percibe  el hospital por donante y un suplemento e indemnización en caso de traslado. Un verdadero negocio de la muerte.

Es obvio que la práctica podría deshumanizar a los pacientes, viéndolos como fuentes de órganos en lugar de personas en sufrimiento. Además, existe el riesgo de que las presiones económicas o sociales empujen a los pacientes vulnerables a elegir la eutanasia para «beneficiar» a la sociedad a través de la donación de órganos.

7. Consecuencias Sociales: Vulnerabilidad y Maltrato de Ancianos

La legalización de la eutanasia también tiene implicaciones sociales más amplias, especialmente para los ancianos y las personas con discapacidades. En España, el maltrato hacia los ancianos es un problema creciente. Un estudio de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) estima que entre el 10% y el 15% de las personas mayores de 65 años han sufrido algún tipo de maltrato, ya sea físico, psicológico o financiero.

En un entorno donde los ancianos ya están sometidos a abusos, la legalización de la eutanasia puede aumentar la presión sobre los más vulnerables. La percepción de ser una «carga» para la familia o el sistema de salud puede llevar a que algunos ancianos se sientan obligados a optar por la eutanasia. En un contexto de envejecimiento poblacional, esta presión podría incrementarse, lo que plantea serias preocupaciones sobre la ética social y el bienestar de los ancianos.

8. Ética Médica y Objeción de Conciencia

Otro de los argumentos sociales en contra de la eutanasia está relacionado con el impacto que tiene en los profesionales de la salud. La eutanasia cambia el rol del médico, que tradicionalmente ha sido visto como un sanador, y lo convierte en alguien que puede provocar la muerte. En España, la ley permite la objeción de conciencia, pero esto no elimina el conflicto ético que muchos médicos sienten ante la posibilidad de tener que realizar eutanasias.

Según un estudio del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM), el 52% de los médicos en España se oponen a la eutanasia. Aunque la ley les permite negarse a participar, existe el temor de que las presiones sociales y laborales puedan eventualmente reducir su capacidad de objetar. A largo plazo, esto podría erosionar la confianza entre médicos y pacientes, ya que el paciente podría no saber si su médico está actuando en su mejor interés o bajo presiones externas.

En definitiva, el debate sobre la eutanasia en España va más allá de las creencias religiosas. Desde una perspectiva social y económica, la eutanasia plantea serias preocupaciones sobre el valor de la vida humana, la protección de los vulnerables y el papel del sistema de salud. Las estadísticas constatan que en España el acceso limitado a cuidados paliativos es no solo insuficiente sino deliberadamente insuficiente. Se quiere así para fomentar la eutanasia en detrimento de la vida de las personas.

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