¿Por qué el sector primario en España es pisoteado y perseguido por la misma sociedad a la que da de comer? Acaba de publicarse un interesante ensayo del que fuera ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Manuel Pimentel, en el que explica la realidad de este sector, básico para nuestra subsistencia. Su intención es mostrar cómo el campo es atacado por la clase política, y cómo responsabilizan de todos los males de la crisis alimentaria a distribuidores, agricultores, ganaderos y pescadores.
«Increíble, pero cierto, la venganza del campo ya está aquí», como lo ratifica la fuerte subida de los precios de los alimentos y la crisis alimentaria que está por llegar. ¿Cómo se ha podido llegar a esta triste, injusta y suicida situación? ¿Cómo ha sido posible que la sociedad desprecie a los que les dan de comer? ¿Por qué los agricultores, los ganaderos y los pescadores han pasado de héroes a villanos? ¿Por qué la sociedad actual no solo no los valora, sino que, al contrario, los considera enemigos del medio ambiente, parásitos de la PAC, «señoritos» de otros tiempos y maltratadores de animales? ¿Por qué, si los precios suben, se siguen abandonando nuestros campos? ¿Por qué ayer sobraban alimentos y hoy parecen faltar? Estas y otras muchas cuestiones son aquí tratadas aquí para demostrar cómo agricultores y pescadores agonizan sin que a la sociedad española que alimentan parezca importarle lo más mínimo.
Los jóvenes huyen del sector, los campos se quedan vacíos. Son pocos, salvo inmigrantes, quienes quieren trabajar en el campo después de décadas de precios ruinosos y de cruel desdén colectivo. Hoy se da la paradoja de que hay más personas que alimentar, pero tenemos menos terreno, menos agua y menos agricultores, encima despreciados y perseguidos, sujetos a todo tipo de limitaciones.
Lo sorprendente es que hay capacidad agronómica más que suficiente para dar de comer a todo el planeta. Si se compara con otras actividades, llama la atención cómo no se aplican los mismos criterios ni medidas en materia de sostenibilidad, por ejemplo, a las inversiones agrarias que a las denominadas «inversiones verdes». ¿Por qué se critican y condenan los costes ambientales de las conducciones de agua para regadíos o trasvases y, sin embargo, se acepta pacíficamente la construcción de complejísimos gaseoductos para hidrógeno? Al campo se le exige alimentos abundantes, sanos y a precio de saldo. La situación es que queremos comida buena, bonita y barata, pero sin agricultura ni agricultores; carne sin ganadería ni ganaderos; pescado sin pesca ni pescadores. Protestamos por el encarecimiento de los alimentos al tiempo que prohibimos los trasvases, perseguimos a las granjas o cuestionamos los regadíos y los abonados…Situación similar ocurre con la caza. Y, claro, eso no funciona.
(Gabriel Cortina)
Ficha técnica:
La venganza del campo
Manuel Pimentel
Editorial Almuzara
158 páginas