La Comisión Europea ha dado un paso más en su estrategia de control sobre la libertad de expresión con la creación de un organismo dedicado a censurar el contenido en redes sociales bajo el pretexto de «combatir el discurso de odio». A través de una licitación pública, Bruselas ha destinado varios millones de euros para financiar proyectos que busquen «prevenir y combatir el discurso de odio ilegal», con un foco particular en la supervisión de redes sociales. Esta iniciativa forma parte de un plan más amplio para restringir el contenido crítico con la línea oficial y promover una agenda ideológica impuesta desde las instituciones comunitarias.
Creación de un «Centro Europeo de Conocimiento sobre el Discurso de Odio»
Uno de los puntos clave de esta licitación, según recoge La Gaceta, es la creación del denominado Centro Europeo de Conocimiento sobre el Discurso de Odio, cuya función será administrar una base de datos con registros detallados de casos denunciados. Dicho organismo será gestionado por entidades seleccionadas directamente por la Comisión Europea, las cuales tendrán el poder de catalogar el contenido en función de criterios como «antisemitismo, xenofobia, islamofobia, misoginia y odio contra la comunidad LGBTIQ».
Un organismo sin independencia real
La financiación de este centro de censura plantea serias dudas sobre su independencia, ya que solo podrán participar organizaciones que suscriban los «valores y derechos fundamentales definidos por la Comisión». Esto excluye automáticamente a cualquier entidad que no se alinee con los criterios establecidos por Bruselas, consolidando así un aparato de control ideológico disfrazado de defensa contra el odio.
El hecho de que las organizaciones beneficiarias sean actores financiados directamente por la UE elimina cualquier apariencia de imparcialidad. No se trata de organismos independientes que velan por la pluralidad, sino de herramientas al servicio de una censura institucionalizada que premia la obediencia ideológica y excluye cualquier disidencia.
Adoctrinamiento y manipulación
El plan de Bruselas no se limita a la supervisión de redes sociales. Además, incluye un programa de adoctrinamiento que contempla la realización de eventos y formaciones en distintas ciudades europeas. En capitales como París, Roma y Budapest, jueces y fuerzas de seguridad recibirán cursos especializados con el objetivo de reforzar las «capacidades nacionales para la persecución de delitos de discurso de odio». Es decir, una reeducación judicial que garantice la aplicación estricta de la censura según los criterios de la UE.
Además, está programada una conferencia anual en Dublín que coincidirá con el Día Internacional contra el Discurso de Odio, donde se reunirán representantes de plataformas digitales y ONGs financiadas por la Comisión Europea. Esto deja en evidencia la estrategia de coordinación entre las grandes tecnológicas y las instituciones comunitarias para sofocar cualquier voz disidente y garantizar la imposición de un pensamiento único.
Un modelo de censura institucionalizada
La censura bajo el disfraz de la protección contra el odio es una táctica propia de regímenes tiránicos. En lugar de garantizar que las redes sociales sean un espacio donde puedan coexistir distintas ideas en un marco de respeto mutuo, la UE ha decidido imponer su dogma y silenciar cualquier oposición.
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