El avance del Nuevo Orden Mundial (NOM) hacia el control poblacional está alcanzando nuevas dimensiones. La pandemia de la COVID-19 no solo fue un punto de inflexión sanitario, sino también el catalizador para legitimar la vigilancia biométrica total. Lo que antes parecía una teoría de la conspiración, hoy se va materializando en estrategias que, bajo el pretexto de la salud, buscan monitorear no solo nuestros movimientos, sino lo que ocurre bajo nuestra piel.
El profesor Yuval Noah Harari, uno de los teóricos del Foro Económico Mundial (FEM), ha declarado abiertamente que la pandemia convenció a la sociedad para aceptar la vigilancia biométrica: “Si queremos detener esta epidemia, no solo necesitamos monitorear a las personas, sino también lo que ocurre bajo su piel.” Sus palabras no dejan lugar a dudas: estamos ante un proceso de transformación que amenaza nuestra privacidad a niveles nunca antes vistos.
Harari admite que la vigilancia superficial ha quedado atrás: “Antes, la vigilancia era principalmente superficial; ahora la queremos bajo la piel.” Los gobiernos y corporaciones han dado un salto cualitativo en sus capacidades de control, pasando de rastrear nuestros movimientos a recopilar datos biométricos como temperatura corporal, presión arterial y estado médico.
El propio Harari sostiene que, para hackear a un ser humano, se necesita un gran poder computacional y datos biométricos masivos. Esto ya es posible gracias a la Inteligencia Artificial (IA), que está en manos de grandes corporaciones y gobiernos. De hecho, Harari afirma que el futuro próximo será el momento en que la vigilancia subcutánea tomará el control, lo que define como el cambio más significativo del siglo XXI.
El Foro Económico Mundial promueve una Cuarta Revolución Industrial que no solo cambiará la economía, sino también la propia naturaleza del ser humano. Según Harari, el futuro ya no estará marcado por la propiedad de recursos naturales o maquinaria, sino por el control de datos biométricos y la capacidad de rediseñar cuerpos, mentes y cerebros.
El objetivo último es tener acceso a nuestras emociones y pensamientos a través de dispositivos portátiles o implantables que monitoreen constantemente parámetros biométricos. Estos dispositivos serán capaces de detectar nuestras reacciones ante discursos políticos o eventos sociales, lo que permite manipular opiniones y controlar el comportamiento social de manera precisa.
El transhumanismo, que impulsa esta fusión biológica-digital, plantea un escenario donde el ser humano se convierte en un ente controlable, hackeable y desprovisto de autonomía. La idea de elevarnos a la categoría de dioses es una falacia, ya que la manipulación genética y la vigilancia perpetua solo conducen a un nuevo tipo de esclavitud moderna.
El proyecto de centralización del poder a través de monedas digitales vinculadas a datos biométricos amenaza con instaurar un sistema de crédito social. El acceso a recursos básicos dependerá de la sumisión a las reglas impuestas por las élites globalistas. Resistirse podría significar la exclusión total de la vida pública y económica.
El Nuevo Orden Mundial avanza de manera inexorable hacia el control total de nuestras vidas bajo el pretexto de la salud y la seguridad. Es fundamental que despertemos y cuestionemos estas iniciativas antes de que nuestras libertades desaparezcan por completo. La vigilancia bajo la piel no es el futuro que queremos para nuestras familias y nuestra sociedad. Pero a eso vamos si no lo remediamos.
1 comentario en «¿La siguiente fase de la vigilancia poblacional será bajo nuestra piel?»
No, no haríamos nada, pero esos del ‘NOM, no llegarán a nada porque sus perversos planes no prevalecerán. ¿No han sabido que también hay otros planes que sí preservarán a la Humanidad consciente? Unos desaparecerán de la faz de la existencia para siempre, otros viviriremos para siempre en la DIGNIDAD para nos crearon.