La humillante sumisión de Sánchez a Mohamed VI: riega con 340 millones a Marruecos para construir la mayor desaladora de África

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, vuelve a ceder ante los intereses marroquíes, demostrando una vez más que su política exterior está marcada por el vasallaje hacia Mohamed VI. La última muestra de esta sumisión se materializa en la financiación de la mayor desaladora de África, ubicada en Casablanca, con un aporte español de 340 millones de euros. Mientras España sufre problemas hídricos internos, Sánchez prefiere invertir en la infraestructura marroquí, consolidando su postura de servir al reino alauí.

La mayor desaladora de África: un capricho financiado por España

La desaladora de Casablanca, según recoge Libertad Digital., que será la mayor de África, cuenta con una capacidad de producción de hasta 838.000 metros cúbicos de agua al día y beneficiará a 7,5 millones de personas. Sin embargo, el coste económico que supone para los ciudadanos españoles no tiene justificación alguna. El proyecto, liderado por la empresa Acciona y otras entidades marroquíes, recibe fondos españoles a través de varios instrumentos públicos:

• FIEM (Fondo para la Internacionalización de la Empresa): 250 millones de euros en créditos.
• CESCE (Agencia de Crédito a la Exportación): cobertura de hasta el 80 % de un tramo de financiación de 70 millones.
• FIEX (Fondo para Inversiones en el Exterior): 31 millones de euros para la aportación de Acciona al consorcio.

El abandono de las infraestructuras en España

Mientras tanto, en España, el estado de las infraestructuras hídricas sigue siendo deplorable. Provincias como Málaga y Almería padecen restricciones de agua y desaladoras inactivas desde hace años. La desaladora de Bajo Almanzora, por ejemplo, lleva más de una década sin funcionar. Esta situación contrasta con la celeridad y generosidad con la que el Gobierno financia proyectos en el extranjero.

El agravio comparativo: España sufre, Marruecos prospera

Lo que debería indignar a todos los españoles es el agravio comparativo que esta situación refleja. Mientras nuestros embalses están secos y muchos pueblos enfrentan restricciones de agua, Marruecos avanza con infraestructura financiada por Sánchez y su gobierno. No se trata solo de una cuestión económica, sino de dignidad nacional. ¿Por qué el Ejecutivo socialista de Sánchez decide priorizar los intereses del reino alauí sobre los problemas internos?

La política exterior al servicio de Mohamed VI

Este nuevo episodio evidencia cómo la política exterior de Sánchez se rinde ante los deseos de Marruecos. ¿Qué obtiene España a cambio de estas concesiones? ¿Qué intereses le hacen favorecer a Marruecos y castigar a los españoles? El pueblo español merece respuestas, pero sobre todo merece un gobierno que defienda los intereses nacionales antes que los de otros países.

Una nación hipotecada

Los recursos públicos, que deberían destinarse a mejorar la calidad de vida de los españoles, se utilizan para costear proyectos fuera de nuestras fronteras. La pregunta que muchos ciudadanos se hacen es clara: ¿acaso no hay suficientes problemas en nuestro país que requieran inversión? Desde infraestructuras obsoletas hasta regiones que sufren una sequía crónica, las prioridades del Gobierno parecen cada vez más desconectadas de la realidad nacional.

Una humillación nacional

Es inaceptable que mientras los españoles sufren cortes de agua, el Gobierno financie faraónicas obras en Marruecos por los caprichos del monarca Mohamed VI y la sumisión del presidente español. Sánchez demuestra así que su prioridad no es España ni sus ciudadanos, sino satisfacer los intereses del reino alauí. Lo que queda claro es que el Ejecutivo socialista se comporta más como un vasallo de Mohamed VI que como un defensor de la soberanía española.

La soberanía perdida

Esta dependencia de Marruecos evidencia una alarmante pérdida de soberanía. El Gobierno de Sánchez parece estar dispuesto a hipotecar los recursos nacionales para favorecer al vecino del sur, aunque eso implique el abandono de las necesidades básicas en territorio español. Cada euro que se invierte en Marruecos es un euro que no se destina a la mejora de las infraestructuras nacionales, lo cual resulta especialmente preocupante en un contexto de crisis hídrica y abandono rural.