Extremadura se puede convertir en la moneda de cambio de la tesis de que gobierne la lista más votada
PP y Vox alcanzaron este jueves 22 un acuerdo en Aragón. Los de Abascal asumen la presidencia de la cámara regional y allanan el camino para un gobierno presidido por el PP. Un acuerdo muy parecido al de Baleares. En Extremadura -en cambio- la situación está estancada y todo parece apuntar a una repetición electoral. Si la clave electoral siempre ha estado en Cataluña y Andalucía ahora se suma Extremadura
En Génova comienzan los nervios. Algunos critican que nadie haya puesto freno a los excesos verbales de Guardiola. Otros no entienden por qué en Valencia fue posible el acuerdo y en Extremadura no. Todos reclaman que Feijóo asuma el mando y ponga fin al actual caos. Pero el gallego prefiere esperar y ver.
En primer lugar por personalidad. No le gusta el ordeno y mando y aborrece del centralismo de Génova que alguna vez sufrió. Pero es que además el doble o triple mensaje le viene bien. El PP es amplio y caben todos.
Y sobre todo: le permite lanzar un mensaje a Vox, deseado o no: si pasas por el aro hay acuerdo y tocas moqueta; si no aceptas pulpo como animal de compañía, mus y repartimos cartas. En Valencia los de Abascal tuvieron que sacrificar a su número uno por lo que Feijóo después calificó de “divorcio duro”. En Extremadura -en cambio- Guardiola se ha negado a rebajar las subvenciones a sindicatos. Es su línea roja. No verde, blanca y negra como ‘vende’; roja. Muy roja. Ahora insiste en que el PSOE apoye su investidura para que pueda gobernar con “pactos a derecha e izquierda”. Si no es una gran coalición, se le parece mucho. ¿De verdad que los votantes del PP querían esto?
Y luego están los excesos verbales de calificar a Buxadé de “capataz del señor feudal” en referencia a Abascal. O censurar las “batallas culturales superadas”. Por supuesto que Feijóo podía haber mandado a su ‘Buxadé’ y haber puesto orden. Pero no quiso. Porque la verborrea de Guardiola y su filtración de los intercambios de ‘guasaps’ dinamitan el acuerdo. Y a Feijóo le interesa presentarse al 23J con el mensaje implícito de ‘acuerdo con Vox siempre que no se me eche al monte’. De esta manera Extremadura puede ser la moneda de cambio para la tesis de que gobierne la lista más votada. Y si sale mal, la culpa es de la verborrea guardioliana. Gallego.
Para Vox el reto es hacer llegar la realidad a los electores. Relato. Mientras los de Abascal han tenido la mano tendida, los de Guardiola la han mordido. Frente a la pretensión de Vox de ostentar Agricultura, la negativa rotunda de la ‘chica del alcornoque’. Frente a la lealtad institucional, la rabieta. Y frente a las matemáticas para progres, el suspenso en primero de la ESO… Pues aquello.
Luis Losada Pescador | Periodista