La ‘cara oscura’ de los divorcios en España: se busca «destrozar a la otra persona»

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Según el INE en España en 2022 hubo 81.302 divorcios. Muchas rupturas familiares. La ruptura familiar se ha disparado en nuestro país y es uno de los principales problemas de las familias españolas. Al hablar de rupturas familiares no nos referimos solamente a estadísticas frías, sino que, sobre todo, hablamos de dramas, de fracasos personales y de desgarros humanos.
Y como consecuencia de estos dramas y fracasos personales, en los divorcios, muchas parejas acuden a los tribunales con la intención consciente o inconsciente de «destrozar al otro», alimentando una tensión que busca satisfacer el resentimiento de la ruptura. Es un drama personal que no se puede olvidar fácilmente y se convierte en una lucha por «ganar» el divorcio y hacer que el otro «pierda». Lamentablemente, además, esto afecta a los hijos, quienes suelen ser las principales víctimas de este fracaso familiar.
En al menos la mitad de los divorcios contenciosos los cónyuges sabedores de su fracaso como pareja lo hacen dejándose llevar por el despecho y el rencor. Buscan “ganar” el divorcio y, sobre todo, que su cónyuge lo “pierda”, con una intención de desquitarse del daño sentimental de la ruptura. En estos, los esposos se han perdido gravemente el respeto, las formas o incluso han llegado al enfrentamiento muy grave.

En muchos casos el entorno toma partido en esta batalla de destrucción familiar al presenciarlo desde la óptima subjetiva de su familiar o amigo y no saberlo orientar de manera saludable, haciéndole ver las opciones de una posible reconciliación. En demasiados casos, el efecto de empatía sobreprotectora frente a la ruptura hace que los consejeros se posicionan en contra de la expareja, y que no animen al entendimiento, sino todo lo contrario.

Los menores: Los más afectados

Como es sabido, las rupturas no afectan sólo a los cónyuges. Afecta cada vez a un mayor número de hijos. Si bien los esposos sufren los efectos dolorosos del divorcio, los más vulnerables en las familias son los hijos, ya estén en edad infantil, adolescente o juvenil. Ellos son los que más sufren las rupturas matrimoniales.

En efecto, el gran problema es cuando ese daño familiar en el enfrentamiento de los progenitores afecta principalmente a los menores, que son los que más deben protegerse y acaban siendo las víctimas de las discordias de sus padres. Hay que visibilizar y prevenir el daño familiar que miles de niños sufren respecto de sus progenitores. Y esto ocurre en todos los divorcios. principalmente en divorcios contenciosos.

De los 81.302 divorcios que el INE computó en España en 2022: el 45,5% de los matrimonios correspondientes a las resoluciones de divorcio no tenían hijos (menores o mayores dependientes económicamente) ; El 43,1% tenían solo hijos menores de edad ; El 4,1% solo hijos mayores de edad dependientes económicamente. También el 7,3% hijos menores de edad y mayores dependientes económicamente. El 23,5% tenía un solo hijo (menor o mayor dependiente económicamente). Por tanto, estamos hablando de miles de niños que cada año están expuestos a relaciones familiares y divorcios de carácter contencioso en el que aumenta exponencialmente la agresividad y daño familiar

Una segunda oportunidad

El 80% de los cónyuges que se han divorciado por lo contencioso se arrepienten de no haber hecho más por llegar a un acuerdo y con el paso del tiempo piensan que el juicio no mereció la pena. Más de la mitad de los divorcios contenciosos no tienen un motivo real, sino que se derivan de una mala gestión emocional. Por dejarse llevar por el rencor. Al menos el 80 % de los hijos de padres divorciados por lo contencioso han presenciado enfrentamientos muy graves de sus progenitores.

El asesoramiento prematrimonial y familiar integral enfocado de una manera saludable y constructiva que permita que las familias sean lo más conscientes, libres y responsables posible es la gran herramienta para prevenir este tipo de rupturas disfuncionales e innecesariamente conflictivas.

Y es que detrás de cada persona que se divorcia hay un conflicto por resolver y un drama familiar. La primera conclusión es clara: el divorcio no arregla ningún problema sino que agrava los que trata de resolver.

Frente a la cultura de ruptura nos apremia desarrollar una nueva cultura de reconciliación. Porque ante las crisis matrimoniales sí existe, en una buena parte de los casos, una solución y ésta pasa necesariamente por la reconciliación. La extraordinaria aventura de ese proyecto de vida en común que supone el matrimonio debe contar con una segunda oportunidad.

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