¿Ha nacido una estrella transversal? | Francisco Alonso-Graña

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Entre los grandes peligros que llevan consigo los actuales nombramientos de cargos de diversa índole, dentro especialmente, de nuestro marco político y que ya son multitud (según algunos datos más o menos fiables unas 500.000 personas viven de eso en España), está el hecho de que algunas de esas personas nombradas se creen de verdad que se les ha elegido por ser los más idóneos para dicho cargo y acceden a él convencidos de poseer tan grandes valores que merecerían más todavía, encantados de haberse conocido a sí mismos al tiempo que desprecian al vulgo ignorante y carente de sus grandes responsabilidades.

Como decía, el peligro que representa esta proliferación es enorme pues algunos de estos privilegiados no se contentan con cobrar sus buenos emolumentos y disfrutar de sus jugosas  prebendas sino que, repito, se creen capacitados para tomar iniciativas y se atreven, de vez en cuando a ponerlas en práctica con los consiguientes resultados nefastos para el bien común. No entraremos aquí en lucubraciones sobre aquello de que el hábito no hace al monje, etc., etc.

Estamos asistiendo estos días, admirados por la luz que irradia, al “autonacimiento” o “autoproclamación” de una nueva estrella que ha descubierto sus enormes valores y que ha decidido saltar a la luz surgiendo de la oscuridad, acompañada de unos enormes deseos de llamar la atención sobre lo extraordinario de su persona, capaz de situarse en un lugar ideológico, plataforma o partido totalmente original y novedoso, lejos de todo lo visto hasta ahora que ya le quedaba pequeño. No quiere para ella la “esquinita de la izquierda” en la que pretenden encuadrarla: ¡ No, no y no, eso sí que no! Su puesto está en un lugar del cosmos que ella nos va a descubrir y en el que podrá desarrollar sus extraordinarias aptitudes para bien y felicidad del género humano. Y aclara más las cosas acogiéndose ¿cómo no? a la transversalidad, palabra mágica o comodín que ampara la tendencia o ideología que vale para lo uno y para lo contrario. ¿No teníamos ya el sincretismo? Pero hay que estar al día: seamos transversales que mola más. También habló de soluciones ecológicas pero ahí reconozco ya que me pierdo del todo.

Estas actitudes que hacen del oportunismo un medio para medrar y solo eso, van empobreciendo y rebajando el nivel gubernamental de mi querida España, esta España mía, esta España nuestra, hasta convertir a nuestros dirigentes en meros payasos o figuras guiñolescas que, al final no hacen más que bailar al son que les marcan esas otras figuras más listillas o más pícaras que, al final, serán los que se lleven el gato a su agua particular e interesada, en la que ahogarán todo intento o iniciativa que no se amolde a sus sutiles programas. Y nuestros entusiastas nombrados, imbuidos de una sobresaliente egolatría, sin darse cuenta, inocentes, de que no están más que participando en el juego habitual en el que las trampas ya han sido preparadas previamente y en las que caerán al final, cuando lo decidan aquellos que habían organizado todo el tinglado. Quizá antes les hayan dejado construir hasta su casita de papel pero a partir de ahí… será el llanto y el crujir de dientes. Y eso será cuando ya no haya remedio y sus pretensiones, casita de papel incluida, a Dios gracias, se hayan evaporado.

No pretendemos ser adivinos pero nos tememos que el caso emergente de que hablamos antes y nos referíamos como habrán averiguado a la ministra Yolanda Díaz, va a correr destinos paralelos a los expuestos. No hace mucho la oíamos explicar, entusiasmada en qué consistía un ERTE (parece que ella lo había aprendido el día anterior). Hoy ya superada una discreta prudencia, se permite impartir y repartir como en un susurro, opiniones y comentarios de cosecha propia, se cuelga medallas y expone planes de un pretendido, ambicioso y superior nivel, promocionándose como futura soberana de un nuevo reino instaurado por ella, sin tener en cuenta los entresijos políticos existentes y sin reparar que desde ese trono, y nos exponemos a vaticinarlo, como tantas otras veces… “más dura será la caída” aunque sea transversal.

Francisco Alonso-Graña | Escritor

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