Un auténtico genocidio silencioso: El dato no hace sino avalar la tendencia registrada en otros países, que ronda también más del 90% de abortos de estos niños.
La riqueza que aporta una persona con síndrome de Down a la sociedad, a sus familias, a quienes les rodean, es increíble.
Uno de los argumentos más esgrimidos por los abortistas es que no merece la pena traer al mundo a niños enfermos. Aunque se trata de un criterio ya de por sí insostenible (pues también podría emplearse para asesinar a niños que enferman gravemente en su infancia), los datos muestran que el pretexto de la salud del bebé está sirviendo para eliminar a seres humanos con cualquier discapacidad o malformación, aunque no sean incompatibles con la vida, ni causa de dolor.
Las cifras, dentro y fuera de España, muestran que los abortistas están llevando a cabo un exterminio sistemático, que encaja con la definición de genocidio de la Real Academia de la Lengua. O lo que es lo mismo, un “exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad”; en este caso, por no ajustarse al estándar de una supuesta “raza humana sana”.
En Irlanda se ha dado a conocer estos días un dato que estremece. Y lo ha revelado el director del Hospital Rotunda de Dublín, el profesor Fergal Malone, por lo que se trata de un cifra totalmente fiable:
Alrededor del 95 por ciento de los padres a cuyos bebés se les detecta el síndrome de Down en el Hospital Rotunda de Dublín optan por abortar a su hijo, según explica el director del hospital a The Irish Times.
El Hospital actualmente lleva a cabo alrededor de 30 a 40 abortos al año que involucran una anomalía fetal fatal. En otros 20 a 30 casos, la anomalía fetal no cumple con los criterios establecidos por la legislación y las mujeres involucradas viajan al exterior para una terminación.
De hecho, el síndrome de Down, a menos que se acompañe de otra afección que limite la vida, no es una anomalía fetal fatal según la legislación irlandesa, por lo que las mujeres afectadas que buscan una terminación después de las 12 semanas tienen que viajar al extranjero para abortar.
El dato del hospital irlandés no hace sino confirmar la tendencia registrada en otros países, que ronda también más del 90% de abortos en estos niños, países en los que es cada vez más difícil que un niño con síndrome de Down nazca. Un auténtico genocidio silencioso.
En España, el índice de bebés abortados por tener (o sospecha de tener) síndrome de Down supera el 95 %, y la ley lo contempla como razón para abortar hasta la semana 22.
Y cifras de aborto como las anteriores no hablan muy bien de nuestra civilización. Pero es que, además, la riqueza que aporta una persona con síndrome de Down a la sociedad, a sus familias, a quienes les rodean, es increíble. Son escuela de humanidad: dan amor muchas veces sin esperar nada a cambio y también reciben amor a raudales.
Y eso, pese a que en sus vidas muchas veces está presente el sufrimiento, tanto en ellas como en quienes les rodean, en forma de problemas de salud, dificultades de aprendizaje, trastornos de comportamiento…
Pero es muy difícil conocer a una de estas personas y no quererla. Y eso es lo característico del ser humano: el amor. Por eso, esta civilización que no les deja nacer sí que está enferma…