El nacionalismo y los tres cerditos | Paco Álvarez

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El nacionalismo ha sido desde 1976, el principal problema de nuestra democracia. Cuando el sistema es fuerte, lo hemos mantenido a raya, pero en los momentos en que hemos sido débiles, ellos se han aprovechado. Siempre. Hoy, con el gobierno más débil y menos democrático de nuestra historia reciente, es normal por tanto, que el nacionalismo sea tan fuerte como para decidir, o intentarlo, qué impuestos pagamos en Madrid o qué asesinos deben terminar su (breve) condena cerca del País Vasco, por ejemplo. La situación es tan, tan ridícula, que parece un cuento: El de los tres cerditos. Por un lado tenemos a Rufián, cuyo nombre le retrata. Es, creo, el menos listo de los tres, que como ya no tiene nada más que pedir para su republiqueta (se lo han dado todo), ahora pretende cargarse la libertad de Madrid, pidiendo que se implanten aquí unos impuestos que prácticamente no se pagan en ningún lugar de Europa.  Pero este bluff, esta estupidez que seguro se llevará el aire (soplaré y soplaré), está apoyada por los palmeros de nuestros días, que lo llaman “armonización fiscal”. No es extraño; en el gobierno lo único que les preocupa es el postureo y, al intento de sablazo no lo iban tampoco a llamar por su nombre. Tampoco los nazis llamaron genocidio a la exterminación de los judíos, simplemente lo llamaron “Solución final”.

Lo único bueno de la construcción rufianesca, es que se la llevará el viento, porque además de estúpida y absurda es hasta anticonstitucional. A ver si va a terminar perdiendo alguno de los 18 (en Madrid hay 3) impuestos que gestiona la Generalidad…

Otro cerdito de este cuento es el que dirige Bildu, el partido político heredero de ETA, una de cuyas organizaciones es quien celebra cada homenaje a cada etarra que vuelve al pueblo sin haber entendido nada sobre la democracia. Este cerdito construye su discurso con algo más fuerte que la hierba de Rufián. Lo construye con la argamasa de los muertos, de los asesinados y de los exiliados, intentando cambiar el “relato” de lo que ocurrió, como si no lo hubiéramos visto y vivido, intentando esgrimir una supuesta represión democrática de lo vasco que no ha existido desde que hay autogobierno, como excusa permanente de su retraso o atraso democrático. Lo que ellos quieren parir y que llaman “Republica vasca” es la disneylandia del terror, un lugar étnicamente homogéneo, con un idioma medio inventado. Un paraíso nacional-comunista que sólo existe en el cerebro de los terroristas y en el de Sabino Arana, el mayor racista de la Historia de España, un tío bajito que se creía superior y que no consiguió ni 100 socios para su Batxoki mientras vivió.

Este cerdito tiene más recorrido. Es más listo. Sabe que puede gobernar en el país vasco a base de presumir sobre cuánto le roba a Madrid en su negociación, como ha hecho el PNV desde siempre. Porque para estos aldeanos lo que les importa al final es presumir de ser reconocidos en Madrid, no en su aldea totalitaria. Se trata de ver cuánto daño hacen, cuánto nos quitan y presumir de ello. Se les ve la cara de odio. Se les oye cuando dicen que -han venido a Madrid a derribar el sistema-, es decir, a terminar con nuestra democracia.

De todas formas, algún día caerá la mentira que les sostiene. La triste verdad es que tenemos que aguantar estos cerditos porque ni al PSOE ni al PP les interesó nunca hacer una ley electoral que respetara la igualdad entre españoles, pensando unos y otros que siempre podrían apoyarse en partidos demócratas nacionalistas para gobernar en las ocasiones en las que no alcanzaran mayorías absolutas. El problema fue pensar que el nacionalismo era democrático. No lo es. Es un cerdo glotón que cuanto más le das, más pide. Hoy sólo estamos viendo ya por fin, su rostro real. Su cara de cerdo. Nosotros este año llevamos mascarilla, pero éstos han llevado máscara, o careta, toda la vida.

El tercer cerdito, el que gobierna sobre la mentira, el que cree que está en un palacio sólido, es el peor de todos. El que dice que: “Mientras el Partido Socialista tome el timón del Gobierno la Constitución regirá en España de un punto a otro y de principio a fin” a la vez que se la salta para hacer un Estado de Alarma de seis meses, un ministerio de la verdad, o permite, como otra cerdita pretende, que en España no sea obligatorio estudiar en español, por ejemplo. Tampoco le importa tener un vice antisistema ni pactar con los antiespañoles el presupuesto de todos nosotros. Es lo mismo que pactar con el cartel de la droga cuánto dinero vamos a dedicar a reforzar la policía. Una cerdada.

El problema de este cerdito es que no sabe que las columnas que sujetan su palacio, están cayendo una a una, dejando en el aire el primer piso. Las columnas que sostenían no ya simplemente su casa, sino lo que representa, van deshaciéndose: La libertad de expresión, derribada… la libertad educativa, derribada… la ética más simple, derribada…  la igualdad entre españoles, derribada… la monarquía, la justicia, pronto, pronto, pronto…

¿Y quién derriba esas columnas? Pues el enemigo interior; el lobo. Un mamífero roedor que destruye las columnas que sostienen todo el edificio a la vez que convence al cerdito “listo” de que le está apoyando. La agenda del lobo es otra y cuando le dejas entrar, es imposible echarle de casa, se cree el más listo de los animales. De hecho, es el que más ha prosperado, desde su pisito en el extra-radio hasta su mansión de piedra, custodiada por perros policías…

Esta es la metáfora de dónde estamos y de cómo hemos dejado que nuestro sistema, nuestra democracia, sea hoy un cuento. Tenemos un gobierno, ridículamente débil, en el momento de mayor crisis y los que mandan están ocupados en ver quién hace más daño a la mayoría, quien sopla más fuerte, quién deshace antes la casa de todos. En vez de juntarse los españoles de bien y trabajar para levantar el país, estamos dejando que los rufianes y demás animales apoyen la mentira del que, como va en falcon se cree que gobierna, cuando el que gobierna es el que le está haciendo la cama. El que quiere que Bildu y ERC ocupen asiento en el Consejo General del Poder Judicial. El que se llama comunista y quien parece que fue financiado por Irán, qué gran democracia. Nunca nos ha engañado, pero al cerdito listo, parece que sí. Todos hemos leído Rebelión en la Granja y sabemos cómo termina el cuento. Unos animales son más iguales que otros.

Hay que dejarse de cuentos. Nos va a costar mucho tiempo, pero tenemos que recuperar nuestra democracia. No hay mal que cien años dure, pero tenemos que empezar a defendernos desde hoy y enviar, de una vez, de un soplido, al nacionalismo al basurero de la Historia, junto con el comunismo. Cada día nos costará más recuperarnos. Cada día somos menos libres y estamos a merced de quienes más nos odian, los nacionalistas, porque no han podido con nosotros… ni a tiros.

Esta vez, tampoco ganarán. Estoy seguro que seremos de nuevo libres. Viva España.

Paco Álvarez | Escritor

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