“El indigenismo es un conflicto artificial creado por una narrativa completamente falsa”: Entrevista a Cristián Rodrigo Iturralde

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Cristián Rodrigo Iturralde es historiador, escritor y conferenciante. Está especializado en historia, filosofía de la historia y política occidental y sus principales áreas de interés son la historia de España y de la Iglesia católica, la nueva derecha y el marxismo cultural. Es autor de nueve libros, entre ellos 1492. El fin de la barbarie. El comienzo de la civilización en América y La Inquisición: ¿mito o realidad?, que han sido traducidos y publicados en diferentes partes del mundo.

El periodista Álvaro Peñas le entrevista para The European Conservative. Por su interés reproducimos dicha entrevista

Hace unas semanas se celebró el Día de la Hispanidad, el 12 de octubre, y como es habitual, se habló de “celebrar el genocidio” o de que “España debe pedir perdón”, como ha hecho la presidenta de México, Claudia Sheinbaum. ¿Parece que mucha gente todavía cree en este relato?

Hay mucho oportunismo, pero esta narrativa sigue vigente y mucha gente cree en el indigenismo. ¿Qué es esta narrativa? Básicamente, indios buenos y españoles malos: los españoles ocuparon tierras que no les pertenecían e hicieron todo tipo de cosas malas. Esta narrativa es creída por mucha gente y tiene implicaciones políticas, porque se aceptan todas las demandas del indigenismo, que está totalmente monopolizado por la izquierda, para compensar este maltrato histórico. Y luego está el auge del indigenismo radical, sobre todo en Argentina y Chile, en la región de la Patagonia, donde hay movimientos armados que llevan a cabo actos que podemos calificar de terroristas. Este indigenismo radical nació en los años 70 de la mano de Fausto Reinaga, un intelectual boliviano que revirtió el indigenismo original de principios del siglo XX, que defendía la cultura indígena pero buscaba la asimilación. A partir de la década de 1970, el indigenismo evolucionó hacia un discurso más radical que se oponía a la asimilación y hablaba de exterminio del hombre blanco.

En la década de 1930 ya existía una corriente marxista que retomaba el discurso indigenista en el sentido de ‘opresor y oprimido’, por lo que este discurso tenía casi un siglo de existencia.

Sí, con José Carlos Mariátegui, fundador del Partido Comunista del Perú, que fue el primero en ver a los indígenas del continente como un sujeto revolucionario, sustituyendo la lucha de clases por la lucha de razas. Esto provocó malestar en el comunismo soviético, que exigía una obediencia extrema a los demás partidos comunistas, y fue el comienzo de lo que podríamos llamar un socialismo a la carta. Mariátegui y otros que cito en el libro critican el período hispánico, pero no hay un radicalismo del tipo que se ve a partir de los años 70 en adelante. Incluso hay un cierto reconocimiento del período hispánico en contraposición al período de la independencia, y reconocen que los indígenas vivían mejor con España que después de la llegada de los «libertadores».

El indigenismo en los años 70 se fortaleció gracias a sus vínculos con diversos grupos terroristas. Con la derrota o desaparición de estos grupos, ¿es el chavismo el que retoma esa bandera?

Hay una cita de Hugo Chávez a mediados de los años 90, en la que dice que los indígenas serán el vehículo para la construcción del socialismo en el continente. Pero antes de Chávez, el indigenismo ya estaba siendo promovido por el Foro de Sao Paulo en 1992. La izquierda, obligada a repensarse tras la caída del Muro de Berlín, busca nuevos sujetos revolucionarios: feminismo, LGBT, ideología de género, etc. El indígena es el sujeto revolucionario por excelencia elegido para el continente americano, un conflicto artificial creado por una narrativa completamente falsa con el objetivo de socavar las bases de la cultura que se quiere destruir, es decir, la cultura cristiana occidental. Al idealizar al indígena y criminalizar al europeo, se ataca la identidad de los americanos.

Esta falsa narrativa se basa en mitos. ¿Podrías nombrar algunos de los más comunes?

Cito diez en el libro, pero quisiera destacar los tres siguientes. El primero es el mito del “indio originario”, que le daría el poder de decidir todo lo que sucede en el continente. Pero se ha demostrado científicamente que no hay ningún indio originario en el continente; los indios llegaron antes que los europeos. Los indios ni siquiera ocupaban todo el territorio, y cuando llegaron los españoles sólo conocían una parte minúscula del continente; fueron los españoles quienes recorrieron y descubrieron el territorio, lo poblaron y construyeron su infraestructura.

El segundo gran mito es que se trató de una conquista, mientras que para los pueblos indígenas, como muchos de ellos afirman en sus relatos históricos, fue una liberación. Había cinco millones de personas en Mesoamérica, así que ¿cómo pudieron unos cuantos cientos de españoles apoderarse de ese territorio? Porque muchos indígenas estaban hartos de la opresión azteca e hicieron causa común con los españoles. A diferencia de lo que había ocurrido antes, España incorporó a los indios a su imperio, y en dos generaciones ya había indios estudiando en la metrópoli: eran maestros, sacerdotes, intendentes, gobernadores, etcétera. Ante este hecho, la gente intenta explicar la victoria por la superioridad tecnológica de sus armas, pero sabemos que eso es absurdo y lo cierto es que el 98% de los ejércitos españoles estaban formados por indios.

Por último, está el mito del genocidio, que también ha sido desmentido en numerosas ocasiones, pues el 99% de las muertes por contacto con los españoles se debieron a viruela y otras enfermedades contra las que los indígenas no tenían defensa. Sin embargo, esto no era nuevo en Mesoamérica, y hubo hecatombes demográficas antes de la llegada de los españoles, como lo demuestran los propios códices indígenas y las investigaciones antropológicas; esto lo confirman incluso los antropólogos marxistas, a quienes cito porque prefiero utilizar fuentes no favorables a los españoles. Muchos europeos también murieron por enfermedades indígenas.

El gobierno de Javier Milei ha difundido un vídeo celebrando el Día de la Raza. Algo parece estar cambiando.

Sí, es la primera vez en los últimos ochenta años que un gobierno argentino reconoce el Día de Colón. Es una cuestión de identidad, y lo que tenemos delante es una gran mentira. Por ejemplo, el nombre que se ha utilizado en Argentina para sustituir al Día de Colón es el de “Día de la Diversidad Cultural”, aunque no ha habido mayor enemigo de la diversidad cultural y de la tolerancia que los propios pueblos indígenas, que han librado constantes guerras por motivos raciales y religiosos. No hay mayor incoherencia que ver pancartas LGBT y feministas defendiendo culturas ancestrales. En el libro cito a autoras feministas y marxistas que afirman que las mujeres nunca han sido más pisoteadas y maltratadas que en estas culturas. Obviamente lo que une a todas estas pancartas es el enemigo común, pero es necesario señalar todas estas incoherencias a los incautos que se dejan engañar por estas ideas.

También es importante desmontar la narrativa del victimismo indígena. En la actualidad, los únicos privilegiados son los indígenas porque, sólo por ser indígenas, tienen derecho a poseer las mejores tierras, a arrendarlas e incluso a venderlas; tienen exenciones fiscales y reciben subsidios estructurales. Los verdaderos perdedores son los blancos y los mestizos, no los indígenas.

En su libro habla de plurinacionalismo, un término que recuerda a la España plurinacional que quieren la izquierda y el separatismo. ¿Qué significa este término en Hispanoamérica y hasta qué punto se ha extendido?

Creo que una de las descripciones más acertadas es que el indigenismo, como producto del socialismo del siglo XXI, ha logrado introducir de manera abierta la cuestión del separatismo. Hay un intelectual boliviano, Álvaro García Linera, vicepresidente de Evo Morales, que dice que el indigenismo tiene dos formas estratégicas de toma del poder: la violenta y la constitucional. En esta última aparece la figura del plurinacionalismo, como aparece en las constituciones boliviana y ecuatoriana. ¿Qué significa plurinacionalismo? Antes existía la idea del interculturalismo, que reconocía la existencia de diferentes grupos étnicos y la igualdad de todos ellos ante la ley; pero el plurinacionalismo otorga a todas las culturas indígenas reconocidas en cada país los mismos poderes que el Estado nacional. Por ejemplo, en Argentina hay veinte, en Chile diez y en Bolivia más de cuarenta. Básicamente, es separatismo de hecho y de derecho, y una nación plurinacional es un absurdo, un oxímoron, porque significa dividir el Estado en diez, veinte o cuarenta partes.

El objetivo actual del indigenismo es introducir el plurinacionalismo en las constituciones nacionales con el apoyo de la ONU, que busca el reconocimiento de los pueblos indígenas como Estados dentro de los Estados-nación. En suma, el plurinacionalismo es el preludio del separatismo y la fractura de las naciones del continente.

¿Con qué fin?

Para que la izquierda, el socialismo del siglo XXI, tenga fuerza con la que derrocar a cualquier gobierno conservador o de derecha que se le enfrente, es una especie de caballo de Troya, financiado desde Venezuela y promovido por figuras como Nicolás Maduro y Evo Morales.

¿Un caballo de Troya del Foro de Sao Paulo?

Sí, y también del socialismo internacional, porque encuentras fundaciones que apoyan el indigenismo en Inglaterra y Holanda, fundaciones dirigidas por marxistas, y lo mismo ocurre con prestigiosas universidades europeas y norteamericanas que hoy son centros de adoctrinamiento. El indigenismo sirve al socialismo. Después han aparecido otros actores, como el islam radical, con el que se hacen alianzas contra el enemigo común: la civilización occidental.

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