El pulso entre los comunistas Yolanda Díaz y Pablo Iglesias son más que evidentes. Ya no se dicen las cosas internamente sino en público y con luz y taquígrafo. La ruptura es un hecho y no hay vuelta atrás.
Primero fue Yolanda Díz erigiéndose en la única líder y exigiendo que el resto de las formaciones comunistas le guardasen sumisión total cual si de una diosa se tratase. Ahora es el bombardeo premeditado del exlíder de Podemos a Sumar el que ha enfadado al equipo de la vicepresidenta segunda, quien tras guardar silencio, se vio en la necesidad de advertir a Iglesias de que no le debe nada – cosa que no es verdad-y de que nadie, incluido él, va a decirle lo que tiene que hacer. El cabreo en el entorno de la comunista es mayúsculo.

En el equipo electoral de Sumar molesta mucho la influencia de Iglesias, porque le consideran un estorbo para la reconfiguración de la izquierda a la izquierda del PSOE a partir de la egocéntrica Díaz.

Una relación rota

Lo cierto es que la relación entre ambos está rota. No se odian. Pero no se hablan. Y la ruptura fue «dolorosa». Y es que Iglesias se sintió engañado por Díaz cuando esta dejó de contarle (y consultarle) los pasos que iba a dar para crear su proyecto. Pero hay más. Porque fue él y su partido quien la encumbró al Ministerio de Trabajo y a la vicepresidencia para que cogiera impulso y construyera su liderazgo desde el Gobierno de España.

Pura conveniencia

El partido sabe que necesita a la titular de Trabajo para que su espacio sobreviva y ella sabe que, pese a sus esfuerzos por alejarse de los modos de las fuerzas políticas tradicionales, necesita la estructura interna y los cuadros intermedios morados para desplegar un tejido con el que llegar más lejos, pero ella es la primera que ha decidido separarse de la marca Podemos.

El exdirigente de Podemos sigue marcando la línea de la formación comunista a través de su presencia permanente en los medios de comunicación. Y es consciente de que puede ganarle el pulso a Yolanda Díaz. Iglesias Es por ello que no tendrá reparo alguno en llevar el pulso hasta el final aunque eso provoque el descarrilamiento del proyecto incipiente de Yolanda Díaz.