Además, Rabat tiene desplegados en España a cerca de treinta agentes secretos. Se ocupan, sobre todo, de una doble función: transmitir directrices a los marroquíes residentes, anima a los musulmanes de la ciudad española de Melilla y anima la salida de ilegales hacia Canarias… que también considera suyas; y, por otra parte, controlar a los marroquíes para que no conspiren contra el régimen de Mohamed VI, no publiquen en prensa o redes sociales nada que perjudique a los intereses de su Gobierno. Algunos de estos espías se camuflan como personal de servicio de los consulados o corresponsales de prensa marroquíes.

Los agentes de la DGED

En la Embajada de Marruecos en Madrid y en cada uno de los doce consulados que este país tiene distribuidos en España hay siempre una puerta permanentemente cerrada con llave y sin letrero o indicativo alguno.  Además de los agentes de la DGED, el servicio exterior de la inteligencia marroquí, a estas dependencias solo acceden sus imprescindibles colaboradores más inmediatos: soplones y chivatos a sueldo que dan parte semanal. Gracias a esos informantes y a un eficaz instrumento de represión, la estabilidad del régimen está a salvo.