En sus primeros seis meses en el poder, el presidente comunista peruano ha confirmado que no está a la altura de la tarea actuando de forma improvisada, sectaria e irresponsable.
Un presidente de gobierno puede ser sectario, comunista o inepto. Pero que ocurra las 3 cosas a la vez ya es lo peor que puede pasarle un país. Y esto es lo que está ocurriendo en Perú.
La caótica presidencia del comunista Pedro Castillo en Perú no deja de acumular crisis y despropósitos en los apenas seis meses que lleva al frente del país. Fiel a su trayectoria, ha finalizado el mes de enero con un nuevo volantazo cargándose a todo su gabinete, incluyendo a la primera ministra, Mirtha Vásquez. No es la primera vez que lo hace: nombrará ahora al que ya va a ser su tercer gabinete, y eso que, hay que recordar, apenas tomó posesión a finales del pasado mes de julio.
Lo cierto es que Perú vive inmerso en una profunda y constante crisis política desde que el comunista Pedro Castillo se hiciera con el poder el pasado verano a lomos de una plataforma política que no es más que una amalgama de partidos comunistas, de extrema izquierda, populistas o con conexiones con el grupo terrorista Sendero Luminoso.
Castillo, que ganó en junio una elección turbulenta y ensombrecida por acusaciones de fraude, no tuvo un comienzo fácil, y las expectativas de buena parte de la población ya eran muy bajas cuando juró el cargo el 28 de julio de 2021, debido a la visible improvisación de su candidatura y las posiciones radicales de su partido, Perú Libre. Y Castillo confirmó los temores.