La eutanasia se ha convertido, como ya se ha había denunciado, en un auténtico coladero en Canadá donde ha alcanzado cifras alarmantes, hasta llegar a convertirse en la quinta causa de muerte. Según un estudio reciente del centro de estudios Cardus, estos actos, llevados a cabo por médicos y enfermeras, están en rápida expansión desde su legalización.
Se ha disparado la eutanasia desde su legalización en 2016
Desde que la «asistencia médica para morir» (MAiD, por sus siglas en inglés) fue legalizada en 2016, el número de canadienses que optan por este procedimiento de muerte/suicidio se ha disparado. Así, mientras en el primer año de legalización, 1.018 personas murieron bajo este programa, ahora ea 2022, esta cifra se había multiplicado por trece, alcanzando las 13.241 muertes. Este crecimiento ha convertido al programa MAiD en el de mayor expansión a nivel mundial en el ámbito de la muerte asistida.
Ocupa el quinto lugar entre las causas de mortalidad en el país
El impacto de la eutanasia en Canadá es tal que los eutanasiados ahora ocupan el quinto lugar entre las causas de mortalidad en el país, solo por detrás de cáncer, enfermedades cardíacas, COVID-19 y accidentes. Inicialmente, la eutanasia se concibió como un recurso extremo, reservado para situaciones excepcionales.
Es un coladero aunque «vendieron» su excepcionalidad
Los fallos judiciales y la entonces ministra de Justicia, Jody Wilson-Raybould, subrayaron que este método debía ser un «sistema de excepciones estrictamente limitado y controlado». La Asociación Médica Canadiense también enfatizó que debía aplicarse solo en casos excepcionales.
No obstante, la realidad ha desmentido esta demagogia y las cifras han superado incluso las expectativas más pesimistas. Los encargados de evaluar y proporcionar MAiD ya no lo consideran un último recurso, y el porcentaje de solicitudes denegadas ha disminuido a sólo el 3,5%. De hecho, las solicitudes pueden ser evaluadas y ejecutadas en un solo día.
En 2023, la situación empeoró: según datos preliminares, más de 15.000 personas fueron sometidas a inyecciones letales. Si esta tendencia se aplicara a Estados Unidos, el número anual de muertes alcanzaría aproximadamente las 150.000, comparable a la población de Savannah.
Un futuro aterrador
Pero la cultura de la muerte no se quiere quedar ahí y busca normalizar tanto las inyecciones letales como el suicidio asistido, no solo para enfermos terminales, sino también para ancianos, personas con discapacidades, enfermedades crónicas, problemas mentales y, en última instancia, cualquier persona que desee morir.
Fuente. Unai Cano| La Gaceta
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