Dato mata a relato, o, ¿relato mata a dato? | Francisco Martínez Peñaranda

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De todos es conocida la frase que reza tal que así, “Dato mata relato”, en sencilla referencia a que una historia queda desacreditada, cuando un dato o un hecho constatado la des-miente y deja en evidencia su relato.

Pero permítame estimado lector decirle y después de darle muchas vueltas al asunto, que discrepo de este aserto y me dispongo en muy escasas líneas y tacaño espacio a desmontarlo. Porque según observo a mis congéneres, cada cual cree lo que quiere creer y se tapa los oídos ante aquello que le desestabiliza, le crea incomodidad y le saca de su confort mental, es lo que los psicólogos llaman la Disonancia Cognitiva.

A fin de aliviar el sufrimiento que les supone que algunas piezas no les encajan, prefieren construir argumentos y aceptar mentiras como si fueran verdades. En definitiva, prefieren el relato al dato.

Ya con pelo y barba completamente blancos,  he llegado a una conclusión que me costaba aceptar, y es, que el mensaje no salva sin el receptor no es adecuado. Es como pretender echar agua en una cesta de mimbre, ¡no hay manera!

El filosofo Agustín de Hipona lo expresaba del siguiente modo. “Tengo mil argumentos para aquel que quiere creer, pero para el que no quiere, no tengo ninguno”. La cosa no tiene arreglo. O “apañamos” al receptor o el agua se derrama. En ocasiones he pensado, que de ahí me viene, mi amor por la infancia, la importancia de la educación, la formación de almas y espíritus críticos, este es sin duda, a mi modo de ver el mejor de los oficios.

Más, en este momento desolador, contemplo, como, a mi alrededor, la mayoría de mis congéneres, prefieren claramente, la esclavitud y la mentira, a la búsqueda de la Libertad y la Verdad. Y en definitiva, prefieren el relato, al dato.

Recientemente La Comisión de Salud Pública ha decidido que los casos confirmados de Covid19 con síntomas leves no tendrán que someterse a aislamiento.

De modo que nos han arruinado, nos han maltratado, nos han coaccionado para que nos vacunemos, nos han confinado sin salir de casa, sin poder viajar sin poder relacionarnos porque el peligro del coronavirus era letal y ahora resulta que ¡no era la cosa para tanto! Y usted ha aceptado el relato, tranquilamente.

Ahora resulta que se desacredita la prueba PCR y ya no sirve, y las estadísticas que estaban basadas en este maldito palito en la nariz, las curvas que subían y bajaban, los casos y más casos, y por culpa de este rollo peliculero, le han robado a usted los derechos más básicos, viajar, relacionarse, cenar en un restaurante, etc. Y usted ha aceptado que ya no sirve tranquilamente, sin ninguna reflexión. Y nunca mejor dicho, nos han tomado el pelo, en nuestras propias narices.

A algunos conocidos y amigos ya les hemos explicado más de mil veces que los ancianos fallecidos de los primeros y terroríficos compases, fueron abandonados sin piedad en las residencias, y por lo que podemos comprobar ahora, lo hicieron sin argumentos, y murieron sedados, y muchos de ellos con los nudillos rotos de golpear las puertas tal como ha quedado constatado en un informe de Médicos Sin Fronteras y en autopsias que duermen y dormirán el sueño de los justos. Pero usted se tapa los oídos, y no quiere el dato, prefiere el relato, que ya interiorizó y que no quiere de ningún modo que altere su confort mental.

A estas alturas el sentido común debería decirle que es absurdo que  “Una persona con Certificado COVID pueda viajar estando infectado, mientras que una persona sana y no infectada no podrá hacerlo si no se ha vacunado o tan sólo por haber rechazado la última dosis.

Pero usted lo acepta tan tranquilo. Usted acepta ir con “bozal” en el cine, en el gimnasio o en la cafetería, salvo si hay unas patatas fritas sobre la mesa, en ese caso el virus ya no actúa. Y aquí no pasa nada. Su hijo tendrá que llevar mascarilla en el colegio, sano y rodeado de niños sanos. Pero no importan las incongruencias, el relato ya está interiorizado, recomponer las piezas mentales supone un gran esfuerzo y humillación.

Y por cierto, ¿Dónde están las fosas comunes de la pandemia en los países que no se han vacunado y que por cierto suman más de mil millones de habitantes? Burundi, Congo, Yemen, Etiopia, Camerún, Nigeria, Madagascar, Kenia, Senegal, Uganda. Etc. La mayoría de ellos con tasas de vacunación del 1 % al 3 %. No vemos por ningún lado a los millones de muertos, no obstante no importa el dato, importa el relato.

Y ahora resulta, que el virus por arte de biri birloque ya no muta, ¡qué cosa tan rara! De momento, claro, aunque volverá cuando haga falta. Ahora toca Ucrania, ahora tocan los videos juegos, los edificios calcinados, las abuelas llorando y hablando raro, en primeros planos de la tele etc.

Un matrimonio polaco, amigo, me han hecho llegar 9 videos de evidencias y testimonios de residentes en Mariupol, sobre el modo en que el Regimiento Ucraniano Neo-Nazi “AZOV” ha usado a civiles como escudos humanos, ha asesinado a familias enteras que intentaban huir, ha colocado artillería en frente de las casas de los civiles, y explican (según ellos) como las tropas rusas les rescataban, algo sorprendente y aparentemente increíble. Pero sinceramente, después de haber constatado que nos mintieron en las guerras de Irak, de Siria y Libia y otras muchas, lo que parece increíble es que lo sigan haciendo con tanta facilidad. Y así fue estimado lector, como, en un bonito relato a Obama le dieron el premio Nobel de la Paz, de forma preventiva, debido a su ideología. Obama, era bueno, nada que objetar, no importaba el dato de sus fechorías y sus actos así lo desmintieron, importaba el relato. Sin duda a Zelensky le darán el próximo nobel de la Paz, aunque figure en la nómina de Halliburton Co. Gran fabricante de armas. Pero muchos de ustedes no lo creerán, y como dijo nuestro MAESTRO, en la parábola del evangelio del rico Epulón, aunque resucite un muerto, no lo creerán.

Francisco Martínez Peñaranda, escribe para usted, de vez en cuando. Gracias por atenderme.

 

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