Con faldas y a lo loco | Francisco Martínez Peñaranda

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Señoras y señores, el delirio está servido.

Decía Michel Foucaoult que la línea que delimita la locura de la cordura la decide quien ostenta el poder en cada época y cultura. Y de este modo, lo que hace apenas unos pocos años se consideraba un disparate, un absurdo, un desatino. Hoy es aplaudido y auspiciado con fervor cuasi religioso.
Y así es, señoras y señores, el delirio está servido.

El pasado mes de noviembre, en un instituto de Alhama de Murcia, a un profesor muy climático e inclusivo él, y con el fin de educar en inclusividad a los alumnos varones de primero de bachiller. Pues eso, que no se le ocurrió otro dislate que instarles a que vinieran a un examen vestidos con falda, “con faldas y a lo loco”, so pena de perder dos puntos en la evaluación del mencionado examen. Y por supuesto nada de trucos ni disimulos, ni de llevar pantalones debajo de la prenda indicada, a riesgo en caso de no cumplir lo prescrito, de ser señalado como alumno non grato a la nueva corriente de pensamiento obligatorio, además de los dos puntos de penalización advertidos y prescritos.

Pues es bien sabido que la excelencia académica en la actualidad se mide, como no podía ser de otra manera, por el grado de sumisión y de gilipollez que acepten y traguen los alumnos y no calificando si han estudiado o no la materia a evaluar.

Por supuesto, y como era de esperar, el inclusivo profesor, no se presentó en la clase con la mencionada prenda, mostrando a sus alumnos, alumnas y alumnes, sus bellas y peludas extremidades, a lo Tony Curtis y Jack Lemmon y por supuesto, nada de taconazos ni de uñas pintadas, no, no, él no. Pues su inclusividad estaba fuera de toda duda. Él, desde su púlpito moral, debía observar al alumnado masculino, como se humillaba ante su inquisidora mirada, armado de sendas tijeras que recortarían en caso de insumisión, dos puntazos en el examen a los disidentes del pensamiento obligatorio.

Pero lo más grave de todo este despropósito, no es lo ya relatado, lo peor de todo no es que haya un profesor déspota que coacciona a sus alumnos desde su fanática atalaya. No, no. Lo peor de todo, es que muy pocos, poquísimos padres han protestado ante semejante atraco a menores de edad. Alguna madre de forma aislada presentó sus quejas al director y al jefe de estudios, que por supuesto cerraron filas en torno al déspota.

Me gustaría subrayar, por tanto que lo más preocupante es, que la mayoría de los padres, o comparte, o no se sabe que es peor, tragan con semejante abuso.

Así es, señoras y señores, el delirio está servido.

Es el poder quien coacciona, quien adoctrina, y quien delimita la locura de la cordura, y todo el mundo, a obedecer. Y ¡ay, de quien se salga del aprisco!

Michel Foucaoult intentó varias veces suicidarse y su final fue la caída en el abismo.

Desde este modesto artículo de opinión, sugerir no emularlo, no parecería desacertado. De no ser, porque tal vez esta sociedad ha tomado la determinación de seguir sus pasos de forma irrevocable.

Francisco Martínez Peñaranda escribe para usted de vez en cuando. Gracias por atenderme.

 

Francisco Martínez Peñaranda es esposo y padre de siete hijos, artista y compositor, escritor y educador afectivo sexual. Actualmente es director del programa radio La Tierra y la Gente en Decisión Radio

4 comentarios en «Con faldas y a lo loco | Francisco Martínez Peñaranda»

  1. Es te articulo deberíamos difundirlo, para tratar de frenar lo absurdo, por lo que camina la educación con este gobierno y los padres que lo permitan.

    Enhorabuena por el artículo!!!

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  2. La malformada mente de algunos, seguida de la inoperancia y dejadez de otros, lleva a situaciones tan hilarantes y esperpénticas como la relatada. Por cierto ¿Dónde está la Inspección de Educación? ¡Ah, no! que ya no existe, ¿o sí, y hace oídos sordos?

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  3. Estoy de acuerdo, los padres han caído en el atontamiento, era para que estuvieran protestando todo el día. Mis hijos ya están en la universidad , pero cuando me tocó protesté, y tampoco protestaba nadie. Fuimos objetores de la Educación para la ciudadanía de Zapatero y mis hijos nunca entraron en las clases de educación sexual del colegio. La pena es que cuando la pequeña estuco en las Salesianas, también tuve que protestar por» muchos» temas, y digo esto porque fueron muchos los malos hábitos del colegio, desde el requetón a todas hasta el exceso de exaltación de la mujer en perjuicio de los chicos de la clase, o evitar hablar del aborto etc. ya que al proponer charlas lo prohibieron.
    Una pena que las monjas también caigan en la vulgaridad y en no saber educar.

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