Las dos centrales han convocado una huelga general para el próximo miércoles 15
Huelga política por Palestina: del sindicalismo al activismo ideológico
Los viejos sindicatos del marxismo español, el comunista CCOO y el socialista UGT, antaño decían que las huelgas políticas eran una vergüenza. Repetían que ellos defendían “los derechos laborales, no las causas ideológicas”. Hoy han enterrado esa promesa bajo toneladas de hipocresía.
Ambas centrales han anunciado una huelga general en apoyo a Palestina, una causa completamente ajena al ámbito laboral. No hay mejora salarial, no hay defensa de los trabajadores ni reivindicación social: hay ideología, pura y dura.
Esta huelga política por Palestina revela que el sindicalismo de clase se ha transformado en un brazo militante del Gobierno de Pedro Sánchez. Mientras miles de familias españolas sufren por llegar a fin de mes, los “comegambas” sindicales se preocupan por seguir el guion ideológico de La Moncloa.
CCOO y UGT: la casta sindical que vive del contribuyente
La huelga política por Palestina sirve de cortina de humo. Mientras el país lidia con el paro, los precios y el deterioro de los servicios públicos, los sindicatos se inventan causas internacionales para mantener su presencia mediática.
Saben que el éxito será mínimo. Sin embargo, recurrirán a su truco habitual: bloquear el transporte público con unos pocos militantes y presentar la jornada como un triunfo histórico. Es el mismo guion de siempre, el de una izquierda sindical que no representa al obrero, sino al sanchismo y sus subvenciones.
Los sindicatos se han convertido en la casta sindical: viven de fondos públicos, no de las cuotas de sus afiliados. Reciben millones en ayudas del Gobierno y, a cambio, se comportan como su guardia pretoriana ideológica. Son los «mamporreros» de Sánchez. No levantan la voz por el autónomo ni por el obrero despedido, pero gritan por Palestina, porque eso encaja en la propaganda socialista.
Un sindicalismo sin causa laboral ni moral
El absurdo alcanza tal punto que, aunque Egipto ha anunciado un acuerdo de paz para Gaza, la huelga no se ha desconvocado. La paz no importa; lo que importa es mantener la confrontación, la foto y el relato… y la ayuda a su amo Sánchez.
CCOO y UGT intentan ahora suavizar el ridículo, aclarando que no es “una huelga general”, sino “paros parciales”. Pero el daño está hecho. La CGT mantiene su convocatoria, demostrando que en la izquierda radical siempre hay alguien dispuesto a ir más lejos en la insensatez.
Los sindicatos pretenden estirar el chicle de Palestina para seguir sirviendo a la estrategia de Pedro Sánchez: desviar la atención de los problemas reales de España. Mientras tanto, la inflación ahoga los hogares, la cesta de la compra sube, y los trabajadores pierden poder adquisitivo. Pero CCOO y UGT prefieren ondear banderas palestinas antes que defender la dignidad del obrero español.
Los “comegambas” al servicio de Sánchez
El sindicalismo español se reduce en la actualidad a los cócteles en hoteles y los comunicados ideológicos. Por eso el pueblo los llama “comegambas”, porque simbolizan la traición de una élite sindical que vive como casta mientras el trabajador sobrevive con sueldos indignos.
Esta huelga política por Palestina no busca la paz, ni la justicia, ni el trabajo digno. Busca agradar a Moncloa. Busca mantener el flujo de subvenciones. Busca perpetuar un sindicalismo domesticado que obedece, calla y cobra.
España necesita sindicatos libres, no portavoces del Gobierno
La huelga política por Palestina representa la sumisión de los sindicatos a la estrategia de Sánchez y sus aliados. No defienden al pueblo, sino al poder.
El sindicalismo se ha convertido en una maquinaria subvencionada que calla ante los abusos del Gobierno y grita cuando se lo ordenan desde arriba.
La huelga política por Palestina es el último episodio del sindicalismo traidor. Los obreros españoles no necesitan más pancartas vacías ni discursos internacionales: necesitan trabajo, justicia y libertad.