Vacunas, Abortos, Fe y cosas del siglo pasado | Francisco Martínez Peñaranda

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Artificial insemination or in vitro fertilization. 3D illustration

Ante las dudas que han surgido sobre la moralidad del uso de las vacunas Covid-19 debido a que en los prospectos informativos de las mismas, dice explícitamente que se han “Producido en líneas celulares procedentes de células embrionarias del riñón humano”. La Congregación para la doctrina de la Fe sacó una nota en diciembre de 2020 a este respecto, a fin de orientar las desconcertadas conciencias de los católicos adecuadamente. Ya en los primeros compases de esta nota, deja caer, como el que no quiere la cosa, que estas líneas celulares humanas, fueron obtenidas de tejidos de embriones allá por el siglo pasado, subrayando de forma subliminar, lo remoto y alejado en el tiempo de estos hechos y de lo cual los católicos de este siglo no somos responsables. Parece deducirse, que lo que sucede en el 1999 no tienen nada que ver con el año 2000 y que estas prácticas sin importancia, son cosillas del siglo pasado.

Pero se da también la circunstancia, que en la Asociación Libertas, cosa imperdonable para algunos, nos da por estudiar, leer e investigar, y poner en duda ciertos “trágalas” que se nos pretenden imponer sin derecho a ser cuestionados. Y es por eso que tendríamos constancia de que actualmente, a día de hoy, se abortan niños enteros y verdaderos, se les raja con un bisturí su barriguita y se les sacan los riñones mientras su corazón sigue latiendo, y metidos en nitrógeno líquido se envían estos órganos a ciertos clientes que los pagan a precio de oro. También tenemos constancia de que se insta a estos criminales para que los niños no sufran ningún trauma previo, ni anestesia ni agresión física o química a fin de que el producto esté lo más intacto posible, y además como es de pura lógica en este negocio, se sabe que los niños casi a término son los más cotizados. Y dicho esto, resulta y es un secreto a voces que sucede a diario, no uno ni dos ni tres, sino, miles y miles de casos en nuestra querida nación.

Y para concretar el asunto un poquito más, diremos que actualmente se practican abortos en hospitales en cuya dirección y gestión participa la Iglesia católica, como son los casos del Hospital de san Pablo de Barcelona y el hospital general de Granollers que pertenece a la diócesis de Tarrasa. Esto ya fue denunciado en el año 2011 por cierto, de este siglo, y sigue sin cambiar nada en el año 2021 también del mismo siglo. Si bien es verdad, todo hay que decirlo que el Vaticano “mostró su preocupación, por la situación en relación al aborto de algunos hospitales de Cataluña en cuya dirección participa la Iglesia”. Y el Consejo Pontificio “exhortó a los responsables a averiguar lo que ocurría, a fin de que se pueda lo más pronto posible, buscar soluciones concretas.” Y como diría el castizo, la palabra pronto, tampoco es cuestión de tomarla al pie de la letra, ni andar con prisas innecesarias, diez añitos arriba o abajo, tampoco son demasiado aún estando dentro del mismo siglo. Ya se sabe que andar con carreras nunca trae nada bueno.

Quiero también aclarar que quien escribe, no es persona erudita, ni teóloga y apenas chapurrea algunos idiomas, y no alcanza bien a comprender lo que significa eso de Dignitas Personae y su instrucción, que afirma que “Existen diferentes grados de responsabilidad en la cooperación con el mal”. Aunque todo hay que decirlo, esa parte en concreto sí creo que, la pillo. Pues aunque soy huertano de orillas del Segura, si alcanzo a entender lo que es evidente. No es lo mismo, el que raja con el bisturí al infante, que el que fabrica el brebaje, que quien se lo bebe. Son grados diferentes, sin lugar a dudas, y también presumo o balbuceo a comprender, distintos grados en lo desagradable de los tres actos. A mi corto entender discierno distintos niveles de egoísmo, ya que los dos primeros lo hacen para hacerse ricos y el tercero supuestamente para salvar el pellejo. Luego tenemos al cuarto actor en discordia, que es el que pastorea, diciendo que es moralmente aceptable, por lo “remoto” y que es “cooperación con el mal, pasiva”. Lo que tranquiliza la conciencia del tercero.

En resumen, tenemos cuatro actores, uno raja, el otro fabrica, otro pone el brazo pasivamente para el pinchazo y el cuarto, coloca el algodón y la tirita en la conciencia.

Me contaba mi abuela, gran cristiana ella, aunque no muy leída, al igual que su nieto, que en la iglesia primitiva, los cristianos pagaban impuestos a Roma, y con el dinero de sus impuestos, se hacían templos y se incensaba a los dioses paganos, y aquellos cristianos no por eso dejaban de pagar y se sometían a los poderes públicos, ya que ellos no eran responsables del uso que se les diera a sus impuestos. Eso era lo que algunos, educados por abuelos iletrados, habíamos entendido hasta ahora lo que significaba la cooperación pasiva. Pero también me contaba aquella santa mujer, que cuando a Felicidad y Perpetua, les propusieron incensar a ellas personalmente a los dioses paganos, se negaron, y cuando familiares y amigos les decían que sólo había que hacer un pequeño gesto para salvar la vida, no aceptaron arrodillarse ante la idolatría para salvarse. Pues bien, ahora estamos ante una idolatría y mucho más, estamos ante un crimen manifiesto, están utilizando órganos de niños asesinados para sus brebajes salva-vidas, han modificado las leyes a prisa y corriendo para justificar lo injustificable, lo que siempre hasta ahora había estado prohibido, los experimentos tras-génicos en humanos, y muchas otros disparates impensables, como la obligatoriedad ya muy próxima de la vacuna, incluso para los niños. Y todo esto, por dinero y poder.

Para empezar, lo primero que habría que preguntarse es, si esto es una vacuna para un virus o un virus para una vacuna. ¡Gran pregunta!

Algunos sacerdotes amigos, no se atreven a opinar sobre estas cosas públicamente, y me comentan entre bromas, que si lo hicieran, sería a riesgo de ser suspendidos a divinis.

Ante este triste espectáculo, diré como Chesterton, “Cuando entro en la Iglesia, yo me arrodillo y me quito el sombrero, pero no la cabeza.”

Muchas gracias.

Francisco Martínez Peñaranda |

Escritor. Presidente de la Asociación Libertas Sui Iuris.

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