Macron apela a la masonería para reforzar la defensa del laicismo en Francia

En un gesto sin precedentes, el presidente francés, Emmanuel Macron, ha mostrado abiertamente su cercanía con la masonería, rompiendo así una tradición de aparente neutralidad estatal frente a estas organizaciones. El pasado 5 de mayo de 2025, en la sede de la Gran Logia de Francia – la segunda obediencia masónica más antigua de Francia- en París y marca la primera visita de un Jefe de Estado en ejercicio a esta obediencia masónica, Macron ofreció un discurso que, lejos de fortalecer el principio de laicidad como defensa de la neutralidad religiosa de la que hace gala Francia, evidenció una clara contradicción: la laicidad, según su interpretación, y la de la masonería, se convierte en un ataque directo al catolicismo mientras apoya al islamismo.

Laicidad contra el catolicismo

Macron apeló a la masonería para reforzar la defensa de la laicidad en Francia. Durante su discurso, afirmó que los masones son “embajadores de la laicidad” y que deben proteger la ley de 1905, asegurando que esta no sea utilizada contra el islam. Esta declaración plantea una evidente contradicción: si la laicidad debe proteger todas las creencias por igual, ¿por qué este énfasis en no usarla contra el islam, mientras el catolicismo se ve cada vez más relegado, censurado y atacado en el espacio público francés? Resulta claro que el concepto de laicidad que promueve Macron es una farsea y un engaño. No es más que una herramienta para minar la influencia católica, mientras se tienden puentes hacia el islamismo.

¿Laicidad o anticatolicismo?

Lo que queda claro de esta intervención es que, para Macron y los sectores masónicos que respalda, la laicidad no es más que un pretexto para debilitar el catolicismo en la sociedad francesa. La Gran Logia de Francia, escogida como escenario para este discurso, no es una institución neutral, sino una obediencia masónica que históricamente ha defendido una secularización extrema, socavando cualquier manifestación pública de fe católica. Macron ha demostrado que su concepción de la laicidad no es imparcial, sino selectiva y sesgada, favoreciendo unas creencias mientras menoscaba otras.

Apoyo al islamismo

Macron no dudó en advertir contra el uso de la ley de 1905 con fines identitarios, llamando a no instrumentalizar el laicismo para marginar religiones, especialmente el islam. Este doble rasero demuestra que la laicidad se está convirtiendo para Macron y la masonería en un instrumento de ingeniería social para fortalecer el islamismo mientras se reduce el espacio público católico. Al mismo tiempo que defiende la libertad de culto para el islam, permite que el catolicismo sea atacado por una supuesta neutralidad que en realidad se ha vuelto antirreligiosa cuando se refiere al cristianismo.

La eutanasia y el suicidio asistido: una agenda masónica y globalista

Macron, además, también abordó la eutanasia y el suicidio asistido, proponiendo un enfoque que, bajo el disfraz de la compasión, intenta legitimar prácticas contrarias al respeto por la vida. Este planteamiento busca normalizar el desprecio hacia la dignidad inherente de la persona, promoviendo el relativismo moral como guía política. De esta manera, el mandatario francés pretende justificar la aprobación del suicidio asistido bajo argumentos humanitarios que, en realidad, ocultan una visión utilitarista de la vida humana.

Un mensaje claro: Anticatolicismo disfrazado

Al concluir su intervención, Macron reafirmó que la única palabra que define la laicidad es la libertad. Sin embargo, queda patente que esta libertad no abarca el respeto hacia la tradición católica, sino que se circunscribe a la consolidación de una Francia donde lo islámico se abraza y lo católico se reprime. Esto no es un error discursivo, sino una estrategia calculada que busca redefinir la laicidad en términos claramente anticatólicos, alineándose con la agenda masónica que históricamente ha intentado erradicar la influencia cristiana en la esfera pública.

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