Hasta la misma UE lo admite: El objetivo final de la reforma animalista es que «muchas granjas» cesarán su actividad con la reforma del transporte de ganado vivo.
Cada vez que el globalismo implanta algo a través de sus organismos supranacionales es para ir en contra de las personas, en este caso del sector terciario. Y no es que sean tontos, torpes o ineptos. El objetivo lo tienen muy claro. Es implantar la agenda 2030.
La Comisión Europea (CE) ha propuesto una modificación del reglamento de protección de los animales en el transporte que pretende, entre otras propuestas, acortar la duración de los traslados de ganado, aumentar el espacio en los camiones y obligar a los transportistas a viajar por la noche cuando las temperaturas superen los 30 grados.
Informes realizados por el sector cárnico ya alertaron hace meses de que la medida supondría, entre otras cosas, un aumento del precio de la carne y una pérdida del valor de producción.
Pero ahora es la propia UE la que ha tenido que reconocer el objetivo final de esta aberrante norma y es que «muchas granjas se verán abocadas al cese de su actividad». Y es que el bienestar animal es la excusa, el objetivo es destruir el sector terciario, en este caso el ganadero.
Dictamen elaborado por el Comité Económico y Social Europeo (CESE)
Es lo que afirma el dictamen elaborado por el Comité Económico y Social Europeo (CESE), un órgano consultivo de la UE. Este informe, publicado en el Diario Oficial de la Unión Europea (DOUE), se elaboró a petición del Parlamento Europeo y del Consejo. Su ponente es Jaume Bernis Castells, miembro de la Comisión Ejecutiva Nacional de COAG.
Y las conclusiones del dictamen son demoledoras: El CESE considera que «las nuevas normas técnicas propuestas sobre la aptitud para el transporte de animales terrestres podrían llevar al cierre de muchas explotaciones ganaderas». Y avisa de que «las repercusiones de estas nuevas especificaciones técnicas ponen en peligro la viabilidad de las explotaciones y el sustento de quienes dependen de ellas«.
Por ello, el CESE solicita un estudio detallado de impacto por sector ganadero, dado que «el cambio propuesto por la Comisión tiene una repercusión masiva en la estructura, inversión y gestión de las explotaciones ganaderas existentes en la UE». De hecho, «en un escenario generalizado muchas granjas se verán abocadas al cese de su actividad«.
Impacto económico
La propia UE reconoció inicialmente que implantar las medidas para mejorar el bienestar animal en el transporte supondrá «un aumento de los costes de producción».
Este incremento se debe a que:
- La norma obligará a los ganaderos a contar con un veterinario en la carga y descarga de los animales,
- También tendrían que contratar a un responsable de bienestar animal para los viajes en buques.
- Por otra parte, la imposición de jornadas nocturnas cuando las temperaturas superen los 30º —que serán especialmente frecuentes en los países mediterráneos— tendrá también el correspondiente pago del recargo salarial.
- Además, los ganaderos estarán obligados a renovar prácticamente toda la flota de camiones porque cambian los requisitos mínimos de altura vertical y espacio disponible para la carga. Esto, además del coste, se traduce también en «un aumento considerable de las emisiones de CO2», según recoge el informe.
Ese incremento de los costes de producción acabará recayendo en los consumidores, algo que el CESE considera injusto, ya que las familias «llevan padeciendo durante años un incremento en el precio de los alimentos«.
Por ese motivo, el CESE pide a la Comisión Europea que realice «un estudio exhaustivo para evaluar en qué medida las familias europeas están dispuestas a afrontar el impacto económico derivado de las medidas propuestas».
Jornadas nocturnas: ¿bienestar humano?
Una de las disposiciones recogidas en la propuesta de Reglamento obliga a los ganaderos, conductores y veterinarios a trabajar en turnos de noche cuando las temperaturas superan los 30º. Una disposición que hace primar el bienestar animal por encima del bienestar humano.
El CESE advierte del «peligro» que conlleva para los trabajadores la obligatoriedad de realizar jornadas laborales nocturnas. «Este riesgo no solo se evidencia en la estadística, que muestra una siniestralidad hasta diez veces mayor en comparación con las jornadas diurnas, sino también en la dificultad que enfrentarán estos empleados para conciliar su vida personal y laboral», algo que, inciden, «podría tener consecuencias adversas en la salud mental de los trabajadores».
Por ello, el CESE propone legislar la temperatura interior de la caja de carga del vehículo en vez de regular las horas en las que se autoriza el viaje y pide a la Comisión que proponga «soluciones alternativas a las contempladas en su propuesta actual que ofrezcan una solución a largo plazo sin generar un impacto social, económico y medioambiental negativo». También señala que «es fundamental encontrar un equilibrio que permita mejorar el bienestar animal sin comprometer la estabilidad de los trabajadores ni su seguridad laboral».
El globalismo y la agenda 2030, con la excusa de apoyar la causa animalista, lo que hace es promover e implantar sus verdaderos objetivos: la destrucción del sector primario.
Fuente: Marta Arce| Libertad Digital
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