La Policía tenía orden de no disolver a los terroristas callejeros de Vallecas

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«No cargar y no sacar bocacha [pieza del cañón de una escopeta de control de masas]. Esa es la consigna que se nos dio ayer en Vallecas, pero es que es la orden que se ha generalizado en los últimos tiempos siempre que se nos llama a intervenir. El problema de lo que sucedió ayer no es operativo, es estético, y así lo único que consigues es ciudadanos y policías heridos». OKDIARIO ha podido hablar con uno de los miembros de las unidades de intervención policial que trabajó en el dispositivo de Vallecas, en Madrid, para contener los disturbios iniciados por un grupo de radicales violentos en el acto de Vox.

En su voz lo que hay es cansancio y hastío porque hace tiempo que la orden dada desde Interior en este tipo de actuaciones se basa en la foto en la prensa del día siguiente y no en la seguridad ciudadana. La fuente de este diario ha revelado los detalles del operativo que demuestran este hecho.

«La actuación fue de contención y de reacción cuando debería haber sido de prevención, y vaya si era sencillo porque era una plaza circular». El confidente explica que el emplazamiento del lugar donde el partido político Vox quería intervenir era idóneo para ser custodiado.

Bastaba con un despliegue acorde a la cantidad de gente que pudiera acudir, el cierre de la plaza a través de todos sus accesos y la formación de un cordón de seguridad. Para todo eso la Policía requiere de información, efectivos y órdenes, y ayer sólo tuvieron uno de esos ingredientes.

«Era muy previsible lo que iba a suceder. Estaba anunciado el acto y nuestros servicios de Información sabían de sobra que habría aglomeración de personas a favor y en contra del mismo, pero los mandos decidieron mandar a tres unidades de UIP, y más tarde se vio que fue un dispositivo escaso», explica la fuente consultada por este diario.

Para entenderlo hay que repasar un par de datos: un grupo UIP lo componen 50 agentes, sobre el papel, porque la realidad es que no suelen ser de más de 30, y en estas fechas menos aún por periodos vacacionales. Con estos datos ayer en Vallecas había menos de un centenar de policías al arrancar el acto de Vox. La proporción de violentos por cada agente dejaba a estos últimos en clara minoría.

«¿Qué pasó hace dos semanas en Madrid?, ¿Cuántos éramos?». En el tono de la voz de la fuente de este diario se adivina malestar. No es para menos, ayer uno de sus compañeros acabó en el hospital con el hombro dislocado tras ser pateado por un grupo de radicales.

Cuando se pregunta qué pasó en Madrid hace dos semanas se refiere al dispositivo ordenado por Interior para contener la manifestación convocada a favor de Pablo Hasél. 700 policías, ni un herido y apenas algún identificado. Prevención.

Pero si los agentes antidisturbios tienen algo asumido es estar siempre en minoría y para eso se valen de tácticas de control de masas como el uso de salvas. «Cuando llegamos a los lugares lo suyo es cargar las escopetas con un mínimo de pólvora. No las municionamos, del arma no saldrá ningún proyectil, pero hay que colocar bocacha para lograr un efecto disuasorio». Pero ayer la consigna de los mandos fue otra: ni realizar cargas ni sacar bocacha.

Pedradas y agresiones

El resultado no podía ser otro que el visto en las imágenes de los disturbios de Vallecas: pedradas, agresiones a policías y enfrentamientos entre ciudadanos. La situación estaba fuera de control prácticamente desde el inicio. Y casi peor fue la solución que el problema.

Madrid y Barcelona son ciudades que siempre tienen refuerzos de Unidades de Intervención Policial de otras provincias, sobre todo desde que la alerta 4 antiterrorista se mantiene vigente desde hace años y más aún en periodo vacacional como la Semana Santa.

Estos dispositivos se encargan entre otras cosas de la vigilancia estática de puntos de seguridad críticos como las estaciones de ferrocarril, aeropuertos o centrales nucleares. Pues ayer, ante el desmadre operativo de Vallecas se decidió reclamar apoyo y refuerzos de otras unidades y se recurrió precisamente a las que vigilaban algunos de esto puntos críticos. Durante la intervención policial de Vallecas por el acto de Vox hubo que dejar de vigilar este tipo de lugares de manera puntual. Una brecha de seguridad en toda regla.

El ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska ha impuesto a las unidades de intervención policial una serie de condicionantes que está agotando al colectivo policial. La consigna de aguantar, de amagar y no cargar, de no reaccionar a agresiones tan graves como las vistas ayer, están haciendo mella en los agentes. «Si perdemos el principio de autoridad esta escalada de violencia no va a detenerse y cuando nos pidan reaccionar puede ser demasiado tarde. Ver a un compañero pateado en el suelo es algo cada vez más habitual y sólo pedimos que nos dejen estar a la altura para al menos protegernos a nosotros mismos», concluye el agente entrevistado por este periódico horas antes de volver al servicio.

(Alfonso Egea. OK Diario)

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