Retrasar la jubilación afecta a la productividad, a los salarios y a la fuerza de trabajo
Más de un millón de los trabajadores no acuden a su puesto de trabajo cada día. El 73,6% se ausentaron por incapacidad temporal, mientras que el 26,4% restante lo hicieron pese a no estar de baja. Las estimaciones de Ransdstad corresponden a 2019, el último año de referencia si descartamos el atípico 2020, en el que los confinamientos hicieron saltar por los aires el mundo laboral. El mismo informe situaba a las actividades sanitarias como las que tienen el absentismo más alto, mientras que la fabricación de vehículos encabezaba el absentismo sin justificar.
La tasa de absentismo laboral se duplicó durante el confinamiento, pasando del del 5,5% en 2019 hasta el 8,9% en el segundo trimestre de 2020, especialmente por las bajas de incapacidad temporal, según otro informe de Adecco. Pese a la importante reducción de los accidentes de trabajo, tanto en número (124.975 accidentes menos de enero a septiembre de 2020) como en índices de incidencia (214,4 frente al 279,9 de 2019), las bajas de más de un año por enfermedad común se dispararon un 27% y la crisis sanitaria elevó el coste de las ausencias a 8.000 millones de euros. En 2018, el gasto por las bajas rondaba los 7.000 millones.
Sirva como ejemplo una media de los tres últimos años: en ese periodo se perdieron cada mes más de 100 millones de horas de trabajo por las bajas, una situación que irá agravándose con el envejecimiento de la población en edad de trabajar. Como es lógico, las bajas se acumulan en los tramos más mayores de población.
La esperanza de vida se ha disparado en España en los últimos 80 años, alcanzando los 83,5 años, una edad que está por encima del promedio global y que ha aumentado en 54 años desde 1920. Los españoles viven 2,5 años más que hace 10 años. Pero solo 1,5 de ellos en condiciones de buena salud.
La edad legal de jubilación en España quedará fijada en los 67 años en 2027. La ley no prevé por ahora una prolongación más allá de esa edad, aunque no son pocos los expertos que adelantan la necesidad de elevar ese límite. De momento, el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, ha conseguido convencer a sindicatos y empresarios para acercar la edad real de retiro (actualmente en los 64,4 años) a la legal. Trabajaremos, con suerte, más años y puede incluso que los «baby boomers», los nacidos entre finales de los 50 y bien entrados los 70 del pasado siglo, deban alargar su vida laboral hasta cerca de los 70 años. Pero ese envejecimiento de la fuerza laboral, que ahorrará gastos en pensiones, disparará los vinculados a la incapacidad temporal. ¿Cuánto?
En España más de dos tercios de los años perdidos debido a la mala salud (el 62% del total) se atribuyen sobre todo a personas en edad laboral, generando una pérdida de 158.000 millones de euros de producción económica, según el informe «Priorizar la salud: Una Receta para la Prosperidad», publicado por McKinsey Global Institute (MGI). Para 2040, las enfermedades relacionadas con la edad y el estilo de vida alcanzarán en España niveles similares a los estragos que causan la malaria y otras enfermedades tropicales en todo el mundo.
El 51% de los años de vida saludable estimados para 2040 se añadirían a los menores de 70 años, donde la contribución económica es la más alta, y que constituyen en su totalidad el 94% del PIB. La mejora de la salud de las personas en edad laboral implica un incremento de la productividad económica del país que se traduciría en 144.000 millones de euros de impacto potencial sobre el PIB (equivalente a un aumento del 11% del PIB) y el desbloqueo de 494.000 millones de euros de bienestar económico gracias a los años adicionales vividos. El estudio apuesta por disparar la inversión en salud para paliar el envejecimiento de la fuerza laboral ya que por cada euro invertido en mejorar la salud, se obtiene un beneficio de 1,7 euros.
Las implicaciones de alargar la edad laboral están documentadas. Un aumento del 1% de la proporción de población de 60 años o más reduce en un 0,21% el crecimiento del número de trabajadores per cápita en España y estrecha en un 0,18% el crecimiento de la productividad laboral (PIB por trabajador), según un estudio de Josep Mestres Domènech, Eduard Llorens i Jimeno y Daniel Filipe Belo para CaixaBank Research. Los impactos no solo afectan a las bajas sino a la productividad y, por tanto, a los salarios. Así, los autores afirman que la principal consecuencia es un menor crecimiento de los salarios (dos tercios del impacto, un crecimiento un 0,13% menor).
Numerosos trabajos de neurociencia documentan una aceleración de la pérdida de habilidades numéricas y lectoras o de resolución de problemas a partir de los 50 años. Por fortuna, no para todos. Al menos en un tercio de los mayores de 50 años las habilidades no se deterioran hasta edades mucho más avanzadas. En España, la reducción de habilidades es más pronunciada en los individuos con menor nivel educativo, según recoge un informe del Banco de España sobre envejecimiento y productividad.
Por otro lado, son los trabajadores con mayor formación, con empleos más «cómodos», los que más alargan su vida laboral. Según los datos de Eurostat, en España la menor participación laboral ocurre antes, y de forma más acelerada, cuanto menor es el grado de formación. Así, los mayores de 50 años con menor nivel de educación tienen una tasa de actividad inferior al 80% y se reduce más de la mitad, hasta el 41%, cuando alcanzan los 60-64 años. Por otro lado, la tasa de actividad no se reduce por debajo del 90% para la población con estudios terciarios hasta los 55 años, alcanzando el 56% entre los 60 y los 64 años.
Sin embargo, no todo pinta tan negro. El mercado laboral tiene capacidad para adaptarse a las nuevas circunstancias. El cambio en las habilidades de las personas con la edad sugiere la conveniencia de poder reasignar las tareas de los trabajadores para que puedan seguir manteniendo una carrera laboral productiva.
Numerosos estudios apuntan también a que la automatización logrará cuando menos atenuar la pérdida de productividad y la inversión en salud laboral no es cara. El 73% del potencial de la mejora de la salud proviene de medidas de actuación preventivas y de estilo de vida, y el 33% de las mejoras sanitarias podrían conseguirse con menos de 83 euros por cada año de vida saludable adicional.
(H. Montero. Diario La Razón)