La Agenda 2030 y el Nuevo Mesías | Francisco Martínez Peñaranda

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En cierta ocasión un seminarista se examinaba de teología, frente a un tribunal de forma oral y en el fragor de su exposición y animado por la fluidez de su propia elocuencia espetó esta frase a los tres profesores que le examinaban:

“Y como dijo Jesucristo, y en parte tenía razón”. Y continuó con su exposición.

La verdad sea dicha, no sé como acabó esta curiosa y simpática historia. No sé si lo suspendieron o a la vista de cómo está el patio en el clero actualmente, es muy posible que llegara lejos, muy lejos en la jerarquía eclesiástica.

La Iglesia es santa y esposa. No obstante sus miembros no pueden hacer lo que les venga en gana, ni salirse del sendero de una tradición milenaria a su antojo.  No pudiendo inventarse una nueva doctrina según las modas del momento o las exigencias políticas de cada época, siempre cambiantes, porque es esclava de la Verdad y de la Palabra de Dios.

Ahora la moda es el consenso, el sufragio, lo democrático, lo diverso, lo relativo, lo inclusivo. Que el mundo se organice como quiera o como pueda, pero hay quien está en otra sintonía, otra onda. Es algo así, como los silbatos esos de los perros, de decibelios inaudibles para algunos, por mucho que silben hay quien no los escucha, ni puede escucharlos, están en otra dimensión otro nivel auditivo y hay quien no se entera por más que se sople y sople.

Los que ya hemos toreado en todo tipo de plazas y peinamos algunas canas, sabemos lo que da de sí, esto del consenso y el politiqueo.

Leyes democráticas aprobaron la discriminación racial en Estados Unidos. Parlamentos democráticos, han aprobado el aborto y la eugenesia. Y por remontarnos a dos mil años de historia, el pueblo mayoritariamente exigió a Poncio Pilatos que liberara a un asesino como Barrabás y fue el pueblo quien gritó que crucificaran al más inocente y manso de los hombres. Así son las mayorías en muchas ocasiones.

En este momento podríamos decir que el enamoramiento actual de algunos eclesiásticos, (algunos) quise decir, de muchos, muchísimos miembros del clero por la agenda 2030, es sublime, apoteósico y nos trasladan la idea de que con esta agendita dichosa, ha llegado el Mesías.  ¡Qué cosas pasan!

Se nos dice a los cristianos que tenemos que obedecer a la ONU y a los organismos internacionales sustentados por ella. ¡Vaya tela!

Mientras tanto, la ONU promueve y financia la esterilización de las poblaciones que “sobran”, el aborto, y la vacunación obligatoria a través de UNICEF, de Médicos Sin Fronteras, de la UESCO, de la OMS y otros organismos y ONG’s satélites, todos ellos muy “filántropos” que promueven sin ningún recato y abiertamente, lo que ellos llaman la educación en derechos de salud sexual y reproductiva y los postulados que de estas políticas se derivan,  entre otros, el supuesto “derecho” al placer de los niños, lo que de forma eufemística abre la puerta a la legalización de la pederastia y a la normalización de la pedofilia como una orientación sexual más. Esta idea, del derecho al placer sexual de los niños, ya circula desde hace tiempo en los memorándum de la ONU, por lo que no deben extrañarnos ni lo más mínimo las palabras recientes de la ministro, ministra o ministre de Igualdad de España en referencia a estos supuestos derechos de los niños a su libre sexualidad y disposición de su cuerpo, eso sí, con el debido “consentimiento.”

Estimado lector, supongo que usted a estas alturas de la película ya es consciente de que todo esto está orquestado y si la señora Montero ha tocado ahora la trompeta es porque un director de orquesta desde muy altas instancias, le ha dado indicaciones con su batuta de que es el momento de tocarla.

Pero lo más doloroso de todo este asunto tan turbio, tal y como hemos mencionado, es el enamoramiento de tantos eclesiásticos por esta agenda hipnotizadora y por estos organismos internacionales, “altruistas”, sus recomendaciones y directrices. Lo penoso es ver como tantos y tantos se han echado en brazos de sus postulados, contrarios a la doctrina milenaria de la Iglesia Católica y contrarios a la revelación imperecedera, que ningún hombre puede romper a voluntad. Ni aunque lo diga la ONU ni ninguna autoridad eclesiástica de turno.

Un ejemplo de esta deriva, son las recientes declaraciones del presidente de la Academia Pontificia para la vida en la cadena de televisión pública RAI, las cuales son muy elocuentes en relación a la ley 194 del aborto en Italia. Y esto no se puede considerar un desliz o ambigüedad interpretable, ni mucho menos. Los postulados que defienden de modo reiterado él o sus colaboradores en temas de bioética así lo confirman y corroboran, no hay más que molestarse en indagar un poquito.

Del mismo modo, contemplamos con perplejidad, bendiciones en templos, de supuestas bodas de parejas homosexuales a modo de representación teatral con público incluido, en parroquias católicas de toda Europa, incluida España, de las cuales he sido testigo ocular. Al igual que, el adoctrinamiento en las aulas en ideología de género de escolares desde su más tierna infancia, inculcando la hiper-sexualización, y la promoción del aborto en colegios cuyo ideario católico reza en sus estatutos. Instituciones docentes fundadas muchas de ellas por santos canonizados que se revuelven allá  donde se encuentran y no se atreven a levantar la cabeza, porque si lo hicieran caerían fulminados a la vista de semejante espectáculo. Además de todo esto nos encontramos con la frecuente firma de convenios de colaboración por parte de instituciones eclesiásticas con asociaciones feministas y de género para la promoción de sus ideologías. Por no hablar de seminaristas abiertamente homosexuales que se llevan a los novios al seminario ante la mirada consciente o distraída de sus superiores, situaciones de las cuales también he sido testigo y que por prudencia y amor a la Iglesia no he querido airear. En definitiva, la conclusión y el mensaje que se nos propone es, que “tenemos que obedecer a la  ONU” y a la agendita esa diabólica, como si se tratara de un nuevo mesías, y como si sus mandamientos hubieran sido escritos en nuevas tablas, de colorines, por el mismo dedo divino en un nuevo monte Sinaí, que habrá sido sin duda algún panorámico despacho del Rockefeller Center.  ¡Qué cosas!

Es evidente que aquél seminarista, de la cabecera de este artículo que hoy escribo, prosperó bastante y muchos como él hicieron carrera. Sin lugar a dudas. Y tal como espetó aquel estudiante en su examen, Jesucristo dijo muchas cosas y “en parte tenía razón,” efectivamente, ya que algunos sepulcros, por muchos brochazos que se les den, no blanquean de ninguna de las maneras.

Por suerte para todos, mientras el mundo da vueltas y vueltas, el evangelio sigue imperturbable.

Stat crux. Dom volvitur orbis.

Francisco Martínez Peñaranda, escribe para usted de vez en cuando. Gracias por su atención.

  Francisco Martínez Peñaranda es esposo y padre de siete hijos, artista y compositor, escritor y educador afectivo sexual. Actualmente es director del programa radio La Tierra y la Gente en Decisión Radio

 

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