EEUU ya sabía que el origen «natural» del virus chino era una fantasía

Share on facebook
Share on twitter
Share on linkedin

¿Cómo ha podido suceder? Probablemente estemos ante un escándalo mayor que si se confirmara que Trump ganó realmente las elecciones, como tantos sospechan. Hablamos de una pandemia que ha puesto al mundo de rodillas, que nos ha precipitado en la ruina, que ha cambiado nuestras vidas durante más de un año y lo que queda, que ha llevado a un recorte espectacular de nuestras libertades más elementales y que ha costado millones de vidas. Y hoy nos enteramos de que el gobierno norteamericano ya había reunido una montaña de pruebas que hacen prácticamente imposible que el origen del odiado virus sea natural, un traspaso zoonótico de animal a humano.

Conocer el origen de un virus nuevo, más cuando desencadena una pandemia paralizante y en ocasiones letal, no es un detalle menor, una curiosidad histórica: es esencial para su estudio, su cura, su prevención. Saberlo a tiempo y actuar sobre ese conocimiento podría haber ahorrado millones de vidas y evitado tantas calamidades.

Vamos a lo que se sabe, según una fuente tan poco sospechosa de alejarse de la línea oficial como es el New York Times. Según ‘la Dama Gris’, la investigación de noventa días que Biden ha ordenado meses después de haber cancelado por las bravas las pesquisas iniciadas por Trump parte ya de “montañas de pruebas aún no examinadas que exigirían análisis computerizado adicional y que podrían arrojar luz sobre el misterio”, siguiendo fuentes oficiales.

Primer escándalo: Biden estaba dispuesto a tirar a la basura, a ignorar “montañas de pruebas” no examinadas que se reunieron por orden de su predecesor sobre el asunto más urgente de nuestro tiempo. Solo porque llevaba el sello de Trump y porque podría dejar en mal lugar a esa China que tan servicial se mostró en su elección. Y eso, después de que se supiera que Pekín había destruido pruebas y se había negado en reiteradas ocasiones a colaborar en cualquier investigación imparcial.

¿Qué sabemos de las pruebas ‘no examinadas’? La investigación emprendida por la Administración Trump llevaba recopilando datos suministrados por los aliados de Estados Unidos desde que se inició la pandemia. Australia, miembro de la llamada Alianza de Cinco Ojos -que incluye también a Gran Bretaña, Canadá y Nueva Zelanda- ha defendido desde el principio la teoría de una fuga de laboratorio. Y aunque oficialmente las agencias de Inteligencia norteamericana van a centrarse en ambos escenarios, un exalto funcionario del Departamento de Estado asegura que los indicios que apuntan a un origen natural del virus -la conocida Fábula del Pangolín y el Murciélago- son virtualmente inexistentes.

“Estamos descubriendo que a pesar de lo que sostiene nuestra comunidad científica, incluyendo los Institutos Nacionales de Salud y la organización del Dr. Fauci, NIAID, no había prácticamente indicio alguno que respaldara la evolución u origen zoonótico natural del covid-19”, aseguró para la cadena Fox el citado alto funcionario, David Asher. “A medida que investigábamos se acumulaban las pruebas que apuntan a que procede de un laboratorio o de alguna fuente no natural”.

Tampoco hacía falta ser Sherlock Holmes para sospechar que si surge un virus nuevo causante de una pandemia mundial y lo hace en una ciudad con unos de los mayores laboratorios de experimentación con virus del mundo, la probabilidad de que el patógeno haya surgido de un tipo comiendo sopa de murciélago es, digamos, pequeña. Asher insiste: “Era el epicentro de biología sintética de la República Popular China, y estaban haciendo cosas bastante cuestionables y usando técnicas de ganancia de función”, lo que parece situar el origen natural en el terreno de la fantasía. De hecho, es lo que concluye: “Decir que esto vino de una situación zoonótica es ridículo”.

Dejemos en paz a los pangolines de una vez.

(Carlos Esteban. La Gaceta)

Deja un comentario