Disolver la familia: la familia «electiva» |  Mariano Martínez-Aedo

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El nuevo gobierno alemán verde-liberal-socialista va a modificar la ley de familia, anunciando novedades que no sólo son un paso más hacia la dilución de la misma, sino que generará un montón de situaciones confusas y legalmente problemáticas.

En efecto, el ministro de Justicia, Buschmann, anunció su intención de realizar «la mayor reforma del derecho de familia de las últimas décadas».  La principal novedad sería la aparición de una “comunidad de responsabilidades” (nuevo concepto en el neolenguaje desarrollado en esta carrera para diluir la familia en la nada) que sería graduable.  Esta especie de “matrimonio suave” o “matrimonio light” supondría la posibilidad de crear vínculos “familiares” de forma voluntaria entre personas.

Después de las “parejas de hecho” reconocidas por derecho, de los “pactos civiles de solidaridad” y otros circunloquios semejantes para reconocer realidades distintas al matrimonio como algo semejante, ahora ya directamente cualquiera podría ser familia.  Esta dejaría de ser algo natural, proveniente de la sangre para pasar a ser electiva.

De esta forma un amigo, compañero de piso o cualquier otra persona pasaría a ser familia suya, con sus derechos y consecuencias legales, eso sí a elección claro, porque esta nueva “comunidad de responsabilidades” (cada vez eligen eufemismos más farragosos) podría elegir de alguna forma su alcance.

La oposición ha manifestado su oposición porque, además de denunciar que alberga riesgos de encaje constitucional, “sigue sin estar claro si hay alguna necesidad de una institución legal completamente nueva», dijo el portavoz de la CDU/CSU, Krings.  Además, afirmó que para los objetivos buscados para las personas que buscan una responsabilidad mutua fuera del matrimonio, no se necesitaría un nuevo modelo de derecho de familia, sino solo reformas no burocráticas de la libertad de contrato.  Por último, denunció que este nuevo modelo inventado de ‘matrimonio light’ además necesitaría crear un nuevo sistema regulatorio altamente complejo».

Más allá del juego político, es muy preocupante este paso más hacia la disolución de la familia.  La familia, sociedad natural y ámbito del nacimiento y educación de cualquier persona humana, ya ha sufrido varios embates en este camino de deterioro.  Así, hace años que en nuestras sociedades occidentales dejó de ser sólo la que nace del matrimonio entre un hombre y que se identifica por relaciones de sangre o matrimonio.  La introducción legal del “matrimonio” homosexual o el reconocimiento equiparador de las parejas de hecho (de forma que ahora para algunos todo son parejas) fue el primer paso.  Ahora hay otro paso cualitativo al fundar la familia en la simple decisión.  De esta forma se suprimiría de hecho cualquier fundamento natural de la familia, que ya no sería una realidad objetiva nacida de hechos reales, como son los lazos de sangre sino que quedaría al albur de la “libre elección”. Representaría el triunfo de la “autodeterminación” relativista como fundamento social y personal, cambiando así de forma sustancial la sociedad y sus relaciones.

Supondría conseguir el gran objetivo de destruir la familia.  Si en los principios revolucionarios ya se ha intentado repetidas veces destruirla de frente sin éxito ante la realidad (pensemos en las diversas experiencias como el amor libre o las comunas) ahora se trata de destruirla “desde dentro” mediante un artificial y demoledor cambio progresivo.  Si “todo” es familia, nada será familia.  Según este proyecto se podrá declarar pariente a quien quieras, con efectos legales.  En algún país escandinavo en las encuestas sociales se incluye ya la posibilidad de declarar que se constituye una familia de un sólo miembro.  Es decir, si una persona sola o un grupo de amigos pueden ser “familia”, con lo que la familia ya no representaría nada concreto.

Por lo tanto, es necesario no caer en la trampa de estas iniciativas que se venden con el mantra de “aumentar derechos”, no aceptándolas si se presentan y trabajando decididamente por eliminarlas si alguna vez se introducen entre nosotros.  Y a nivel personal y familiar no dejarse contaminar por esta ideología relativista aparentemente buenista, y defender nuestro derecho a tener una familia de verdad y no dejar que nos cuelen otras cosas como equivalentes.

Mariano Martínez-Aedo | Vicepresidente IPF

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