Bolaños, o la perfecta escenificación de la pantomima | Luis Antequera

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Y ahí nos tiene Vd., todos divertidísimos con la nueva batallita que nos han regalado para que mordamos en hueso como los perros, a ver si así conseguimos extraer algún jugo de donde no lo hay, porque la carne ya se la comió el amo.

Toda España creando “memes” sobre la batallita en cuestión: si Bolaños se sienta, o se queda de pie. Un descarado, por cierto, -dicho sea de paso-, que pretendía colarse a una fiesta a la que no le habían invitado. Me hizo acordarme de su jefe, consumado especialista del recurso: cuando se abalanzó a Biden como si de un vulgar atracador se tratara. O cuando intentó quedarse con su ínclita señora a la vera del Rey en una recepción, como si él fuera el anfitrión. O, más recientemente, cuando después de mendigar a calzón bajado una cita, aunque sea una “citita”, con el Gran Hermano, le han dejado solito con un atril de cuatro alambres ante siete periodistas, haciendo como que daba una rueda de prensa (¿se puede caer más bajo?).

Y los votantes tan contentos. En un anticipo de lo que en breve serán las diversas convocatorias electorales que se avecinan, los unos dirán que la batallita de Bolaños la han ganado “ellos”, los otros que “ellos”, faltaría más… Y los españoles, encelados en esa pelea entre hormigas. Inconscientes de que, una vez más, nos dan gato por liebre, carnaza de la mala. Inconscientes de que, más allá de la silla, en lo esencial, están de acuerdo en todo, que sólo se juegan quien va a estar en la pomada, quien va a volar en el Falcon… en siete palabras: quién-va-a-sentarse-en-la-silla.

Que gane quien gane, no van a bajar los impuestos, ni probablemente, tampoco la inflación ni la deuda pública. Ni van a reducir el estado elefantiásico que han creado para colocar amiguetes, comprar voluntades y arruinar a los españoles. Ni van a bajar el precio de la gasolina o de la luz. Ni van a devolver a la cárcel a los cientos de violadores a los que han soltado con completa desfachatez, en una operación de indulto encubierto. Ni van a terminar con la matraca del cambio climático, ni van a eliminar las decenas de impuestos para una amenaza que no existe. Ni van a salvar la industria española, o al campo español. Ni van a repoblar la España vaciada. Ni van a dejar de enviar comisarios políticos a las escuelas para adoctrinar a los niños. Ni van a mejorar el nivel de nuestras universidades y de nuestras escuelas, supuestos centros de formación convertidos hoy en centros de adoctrinamiento. Ni van a recuperar la historia gloriosa de la España secular, la nación más antigua de la Historia. Ni van a dejar de atacar a una de las generaciones más grandes de españoles, aquélla que, en las circunstancias más difíciles, creó la España moderna y próspera que ellos destrozan ahora sin decoro. Ni van a dejar de dictar la Historia a su antojo, agrediendo a los que tratan de establecer la verdadera. Ni van a dejar de perseguir a los hombres y a discriminarlos frente a las mujeres. Ni van a dejar de confundir y pervertir a los niños, cuando no a mutilarlos. Ni van a dejar de atacar a la familia tradicional, único entorno en el que es posible el crecimiento de las sociedades. Ni van a terminar con los abortos, ni aun a pesar de los depauperados índices de despoblación existentes en España. Ni van a invertir más en cuidados paliativos y menos aún, a eliminar la eutanasia. Ni van a detener la inmigración masiva de personas que sólo vienen a esquilmar nuestro erario público. Ni van a derogar la caterva de leyes anticonstitucionales vigentes en tantas y tantas regiones españolas. Ni van a recuperar la igualdad de todos los españoles en las diversas regiones de España. Ni van a defender la lengua que desde hace tantos siglos ha hecho posible la comunicación entre todos los españoles y, por si ello fuera poco, con otros seiscientos millones de seres en todo el planeta. Ni van a devolver a la cárcel a tantos criminales con horrendos crímenes a sus espaldas, convertidos hoy en cargos públicos. Ni van a dejar de subvencionar el cine sectario, paniaguado y de horrenda calidad que se hace en nuestro país. Ni van a promover la independencia judicial y la de tantas otras instituciones, todas ellas en estado de postración. Ni tantas y tantas cosas…

A eso ha quedado reducido el debate político en España. A ver quién se sienta en una silla y quién lo hace en otra o se queda de pie. No pudo resultar más metafórica “la batallita de Bolaños”. Y el público encantado, todos convencidos de haber ganado.

¿De verdad es eso la democracia? ¿A eso queda reducida nuestra capacidad de decisión cada vez que acudimos a una urna, a ver quién se sienta en una silla y quién lo hace en otra?

Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.

Luis Antequera.

1 comentario en «Bolaños, o la perfecta escenificación de la pantomima | Luis Antequera»

  1. Qué gran artículo, para poner negro sobre blanco, todos los males que aquejan y están terminando con esta gran Nación y que ni PSOE ni, por supuesto, PP van a solucionar. El Falcon es el Falcon, hasta ahí podíamos llegar!.

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