La educación especial en pie de guerra contra el Gobierno

Share on facebook
Share on twitter
Share on linkedin
Father and son having fun on meadow

35.000 alumnos acuden en España a colegios de educación especial. Ahora ellos, sus familias y los profesionales del ámbito se sienten amenazados por un Gobierno que en reuniones a puerta cerrada ha admitido que su intención es vaciar todos esos colegios y que está intentado usar el estado de alarma para tramitar la polémica ley, a pesar de los intentos por negar lo evidente.

Hablamos con algunos de los protagonistas de la protesta para saber qué está ocurriendo y qué importancia tienen para todas esas familias esos colegios que hasta este momento eran un ejemplo para otros países pero ahora temen que se los lleve por delante la ceguera ideológica de un Ejecutivo siempre dispuesto a amoldar la realidad a sus ideas prefijadas… al coste que sea.

José María Escudero es el presidente de la plataforma Inclusiva sí, Especial TAMBIÉN, el colectivo que ha plantado cara al Gobierno e intentado frenar sus planes. José María tiene un hijo, Jaime, que tiene autismo pero no es el tipo de autista que «la mayoría de la sociedad conoce por la película Rainman«, no es un niño con capacidades especiales pero sí con necesidades especiales. «Jaime está en el Colegio Cisen«, nos cuenta su padre, «es un colegio muy pequeñito de 29 alumnos» al que han llegado después de un paso por la enseñanza ordinaria hasta que tenía seis años y otro centro más grande en el que estaba hasta hace dos. «Las personas con discapacidad intelectual tienen necesidades muy diversas y en distintas etapas, lo que puede funcionar muy bien ahora en dos años puede no ser lo que necesita, para él Cisen es perfecto ahora».

José María nos explica que en los hogares con un niño con discapacidad «sus necesidades repercuten directamente en toda la familia, a nivel de salud física y mental, estrés ansiedad, problemas de trabajo…» y a los propios niños «el colegio les da mucha estabilidad», porque en estos casos probablemente «lo importante no es tanto el nivel curricular como el bienestar emocional, que no tenga ansiedad, que les ayuden a tener autoestima y autoconocimiento», ya que sólo desde esa situación podrán «desarrollar sus capacidades».

Por supuesto, José María no tiene ningún problema en reconocer que «eso muchas veces se puede conseguir en un colegio ordinario, pero en muchos otros casos es imposible«. Y nos pone de nuevo como ejemplo lo que le ocurre a su propio hijo: «Jaime ha desarrollado mucha sensibilidad al ruido, ir a un colegio de 300 alumnos con lo que supone de ruido en el comedor, el recreo o los pasillos para él sería una tortura diaria«.

Una plataforma como respuesta

«La plataforma Inclusiva Sí, Especial TAMBIÉN surgió en junio de 2018 —nos cuenta José María— cuando hubo dos proyectos en la Comunidad de Madrid en los que se pedía en uno la eliminación y en otro la reducción progresiva de los colegios de educación especial». Se trataba de una iniciativa legislativa popular y de un proyecto de ley presentado por Podemos, pero la sorpresa fue «que las entidades que nos tenían que representar —Plena Inclusión, Down España y Cermi— no sólo no lo hacían sino que estaban detrás de esa petición del cierre«.

Las leyes no se aprobaron en Madrid, pero los problemas no se quedaron ahí: en enero de 2019 descubren que el Gobierno está diseñando el traspaso de los 35.000 alumnos de la educación especial a centros ordinarios: «Empezamos a investigar y vemos que se está desarrollando el anteproyecto y que hay una enmienda que exige que se eliminen todos los colegios en 2025«, nos explica José María. «Estaba propuesta por el Cermi y había sido admitida por unanimidad por el Consejo Escolar del Estado«, nos cuenta desolado.

Entonces se puso en marcha una inesperada movilización social e incluso organizaron una manifestación en Valladolid a la que acudieron 7.000 personas con discapacidad y sus familias. Las presiones lograron que se modificase el proyecto de ley, pero se mantuvo la polémica Disposición Adicional Cuarta que es la que ahora preocupa a la educación especial: «El objetivo sigue siendo el mismo, durante un año le hemos pedido al gobierno que eliminaran la Disposición Adicional Cuarta porque era un peligro y no aportaba nada», nos cuenta José María Escudero, pero «nos han estado dando largas, nos aseguraban que habían cambiado que posición de verdad y que no querían eliminar los colegios».

«Las buenas palabras desaparecieron»

La plataforma le dio un voto de confianza al Gobierno y, mientras tanto, llegaron los dos procesos electorales y después el estado de alarma y nada parecía moverse, «hasta que hace unos días me llama una persona me dice que no, que los trámites están en marcha». En ese momento Escudero llamó a la persona del PSOE con la que había estado en contacto hasta entonces «y todas las buenas palabras que había habido hasta el momento desaparecieron. Como estamos confinados, quedaban tres días y ya se iba a terminar el plazo para presentar las enmiendas ya no tenían que entretenernos, por así decirlo».

Sin embargo la plataforma inició una nueva movilización y ahora al menos se ha ampliado el plazo para las enmiendas, pero la confianza está completamente rota. José María Escudero recuerda que «cuando estuvimos hablando con la ministra —en referencia a Isabel Celáa— desmintió las intenciones del Gobierno, pero después encontramos declaraciones en las que decía todo lo contrario«.

De aquella reunión Escudero recuerda un detalle que preocupó mucho a los representantes de la plataforma y que es un buen ejemplo de la ceguera política que hay detrás de todo este asunto: «La ministra nos decía que el objetivo del Gobierno era reducir el porcentaje de alumnos en educación especial, que en 20 años no había habido un avance significativo. Claro, nosotros le dijimos que nuestros niños no son un porcentaje ni un número, que un sistema educativo no es mejor o peor porque tenga un porcentaje u otro, que el objetivo no tiene que ser un porcentaje que quede bonito en el papel», nos explica.

El sospechoso papel de la Cermi

José María Escudero cree que en el planteamiento del Gobierno «hay una parte ideológica muy importante» pero además apunta que «el tercer sector es el lobby más influyente a nivel nacional, ninguno tiene tanto poder como el tercer sector», asegura y además dice que «hay muchos intereses económicos» alrededor del tema y en quién en este momento controla la representatividad de «la discapacidad en España que es el Cermi», el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad.

«El problema de los monopolios es que para el Gobierno es muy fácil porque tiene un único interlocutor, es cómodo y por eso nació el Cermi», explica, «pero le han dejado coger poder y tiene demasiado, es un monopolio brutal que sólo depende de tres personas» y, sobre todo, en el que no se sienten no ya representados sino ni tan siquiera comprendidos: «El Gobierno les dio la representatividad de toda la discapacidad, la física y la intelectual, y no tienen nada que ver. Hablas con gente del Cermi y te ponen ejemplos de una persona en silla de ruedas o ciega o sorda y eso no tiene nada que ver con una persona con parálisis cerebral, autismo o síndrome de Down. Una persona ciega por supuesto que puede y debe estar en un colegio ordinario con los medios adecuados, pero mi hijo no puede, no, es perjudicial para él».

«A mí no me representan, se representan a ellos mismos», nos dice José Luis Izquierdo, al que muchos de ustedes conocerán como el Mago More y que es uno de los rostros más conocidos de la plataforma: «No sé qué oscuros intereses tendrán, pero sentido común no tienen ninguno», comenta sobre el Cermi en un tono muy duro, «a mí me huele que le van a dar la pasta al Cermi y el Cermi va a hacer lo que le dé la gana», concluye.

Colegios con casi dos personas por niño

José Luis también tiene un hijo con una fuerte discapacidad: «Tiene parálisis cerebral y está muy afectado: va a cumplir 15 años y es como un bebé de tres meses, podemos decir prácticamente que es totalmente dependiente —nos explica—, no puede andar y no puede hablar, se comunica a través de gritos y la única palabra que dice es agua, y no siempre la dice».

El colegio al que va el hijo de José Luis es la Fundación Bobath «y en él se reúnen un montón de patologías distintas: hay niños que sólo mueven los ojos y esa es su manera de comunicarse, pese a que a lo mejor su cerebro está perfecto, hay niños que están afectados psíquica y motormente… dentro de la parálisis cerebral la patología es amplísima y cada niño tiene necesidades distintas, por eso decimos que no se pueden meter dentro del mismo saco» nos dice.

Son colegios «que están cerca de tener a dos personas por niño«, nos cuenta. De hecho, «para estimular a mi hijo hacen falta dos personas: una que lo mantenga erguido y otra que le entregue los juguetes o lo que sea», explica.

«A estos niños jamás les invitan a un cumpleaños»

Para José Luis «hay otra derivada que es muy importante que es el bienestar emocional del menor», ya que aunque «muchos de esos niños por su cociente o sus habilidades podrían ir a coles ordinarios» la realidad es que «muchos ya han venido rebotados: nadie se da cuenta de que un niño de estos en una clase automáticamente le hacen el vacío, porque él a lo mejor no puede controlar una cosa tan tonta como la baba y sin embargo quizá puedan seguir un curso, pero a estos niños jamás les invitan a un cumpleaños, los niños normales no quieren estar a su lado, porque de pequeños somos muy crueles» nos explica con crudeza, «esa parte emocional es muy muy importante, y nadie habla de ella».

Sin embargo, José Luis Izquierdo quiere dejar muy claro que «nuestra plataforma se llama Inclusiva sí y Especial TAMBIÉN para que quede claro que, por supuesto, estamos a favor de la inclusión«. Sin embargo, en su opinión de lo que se está hablando es de otra cosa: «El Cermi se ha querido apropiar de la palabra integración, pero qué significa integrar un niño, ¿meter a todos los que tienen distintas capacidades con niños normales? ¿Van a ser monstruos de feria que le van a enseñar a los niños normales para que vean que hay otras capacidades?» se pregunta.

«Es una estupidez como la copa de un pino», además de que «¿quién nos garantiza que los van a cuidar, dónde están los especialistas, dónde están los medios? Claro que nosotros queremos la inclusión, pero los casos en los que de verdad puede haberla son muy poquitos y muchos de ellos son niños que han salido de coles especiales y ha sido precisamente gracias a esos apoyos que han tenido por lo que han podido ir después a coles ordinarios».

«Quieren dejar morir los colegios»

José Luis Izquierdo ha hecho públicos vídeos muy duros contra el Gobierno, en los que refleja una desconfianza absoluta por lo que el Ejecutivo dice de puertas afuera. Tiene razones para ello: «Nos han dicho que no van a cerrar los colegios de educación especial, pero, en las reuniones que hemos tenido han admitido que quieren dejar morir los colegios, aunque luego han salido diciendo lo contrario en prensa».

El problema, tal y como nos señala, está en la famosa Disposición Adicional Cuarta que ya hemos comentado, «que dicen que no es importante pero se niegan a eliminarla«, nos dice, recordando que «la señora Celáa ha dicho abiertamente que su intención es sacar a los niños de los colegios especiales y llevarlos a colegios ordinarios» y que esto no significaría otra cosa que «dejarlos morir de inanición, porque estos colegios ya son deficitarios».

«Su intención —recalca— ha sido hacer esto sin hacer ruido y que cuando nos diésemos cuenta que no se pudiesen presentar enmiendas».

«¿De verdad este es el momento?»

Además del fondo de la cuestión, también cabe plantear no pocas dudas sobre las formas y, especialmente, por su oportunidad en las actuales circunstancias. Así, cada vez más indignado según avanza nuestra conversación telefónica, José Luis Izquierdo se pregunta: «¿De verdad este es el momento, ahora cuando está todo el mundo preocupado por los muertos, cuando España y los negocios están arruinados, de verdad este es el momento de ponerte a debatir una ley orgánica, una ley primordial?».

«Espero y deseo —nos dice— que se presenten enmiendas y que no tengan mayoría para sacar esto adelante», un proyecto que «nos parece indefendible» pero en el que mucha gente puede creer de buena fe, porque «como la palabra integración es tan bonita se han adueñado de ella».

Lo cierto es que, como bien nos dice José Luis «los colegios especiales en España son un modelo, vienen a verlos de otros países para preguntarnos cómo lo estamos haciendo, hay una gestión ejemplar y los profesionales son ejemplares».

Ahora quieren acabar con eso por un capricho ideológico, uno de tantos, completamente de espaldas a la realidad y, lo más importante, sin preocuparse lo más mínimo por los afectados, lo que por desgracia se está convirtiendo en la marca de la casa de este Gobierno en absolutamente todo lo que hace.

(C. Jordá. Libertad Digital)

Deja un comentario