La tibieza… ¿y cobardía? de los obispos españoles

La tibieza de los obispos españoles

Los obispos españoles callan ante el anuncio de Sánchez de convertir al aborto en derecho constitucional. Lo mismo que hicieron ante la profanación del Valle de los Caídos.

¿No se convierte el silencio en la defensa de los más débiles en un acto de traición a la Iglesia de Cristo? ¿Están acaso chantajeados por el IBI o por los casos de pederastia dentro de la Iglesia?

La cobardía de los obispos españoles

La cobardía de los obispos españoles se hace evidente. Mientras Pedro Sánchez anuncia que convertirá el aborto en derecho constitucional, la Conferencia Episcopal Española (CEE) guarda un silencio clamoroso. Nadie entre los prelados ha alzado la voz para denunciar lo que realmente es: un crimen contra el ser humano más inocente, el niño no nacido.

El Consejo de Ministros ha aprobado el proyecto que pretende blindar el aborto en la Constitución, presentándolo como un supuesto “avance social”. La ministra de Igualdad, Ana Redondo, justificó esta aberración alegando que con ello se frena una “ola reaccionaria que quiere devolver a las mujeres a casa con la pata quebrada”. La retórica feminista sirve así de excusa para institucionalizar el asesinato de miles de vidas cada año.

Sin embargo, lo más indignante no procede del Gobierno, sino de la Iglesia española. Porque el silencio de los obispos es ensordecedor. Ninguno ha denunciado con firmeza esta gravísima agresión contra la ley natural y contra Dios mismo.

Silencio ante la profanación del Valle de los Caídos y el aborto

No es la primera vez que los prelados españoles optan por la tibieza. La cobardía de los obispos españoles también quedó patente ante la profanación del Valle de los Caídos, cuando el Gobierno socialcomunista de Sánchez está procediendo a desmantelar un lugar sagrado con total impunidad. Aquella vez, tampoco hubo reacción.

El patrón se repite: silencio ante la blasfemia, silencio ante el sacrilegio o la profanación, silencio ante el crimen del aborto. La Iglesia española parece más preocupada por no incomodar al poder político que por defender la verdad del Evangelio.

Esa actitud contrasta con el testimonio de santos como San Juan Pablo II, quien afirmó: “Una nación que mata a sus hijos no tiene futuro”. Hoy, mientras el Gobierno promueve la cultura de la muerte, los obispos hablan de ecología, inmigración o cambio climático. Prioridades equivocadas que revelan una Iglesia mundanizada, más pendiente de agradar al mundo que de salvar almas.

La nueva Iglesia del clima y la inmigración

La tibieza y cobardía de los obispos españoles se disfraza de “prudencia pastoral”. Prefieren organizar foros sobre el cambio climático o la “acogida de los migrantes” antes que denunciar los pecados estructurales de un sistema anticristiano.

En sus discursos públicos, los prelados repiten consignas globalistas que coinciden con las de la Agenda 2030: sostenibilidad, inclusión, diversidad. Pero omiten los términos pecado, gracia o salvación. Han sustituido la doctrina por la corrección política.

Mientras tanto, las iglesias se vacían, los jóvenes abandonan la fe y la sociedad se descristianiza a pasos agigantados. Y cuando el Gobierno pretende inscribir en la Constitución el derecho a eliminar vidas humanas, los obispos callan. Su pasividad los convierte en cómplices del mal.

¿Cobardía o chantaje?

Muchos fieles se preguntan si esta cobardía de los obispos españoles se debe al miedo o a algo peor. ¿Temen perder las exenciones del IBI? ¿Temen que el Gobierno reabra viejos casos de pederastia para someterlos al chantaje mediático?

El silencio puede comprarse, y en España parece que lo han conseguido. Porque resulta incomprensible que quienes deben ser pastores se comporten como funcionarios del poder político. Jesús no calló ante la injusticia. Los mártires no callaron ante la persecución. Pero los prelados actuales se esconden tras comunicados tibios y declaraciones vacías.

Su obligación moral no es congraciarse con el Gobierno, sino defender la vida, la familia y la fe. El aborto no es un derecho, es un crimen. Callar ante él significa traicionar el Evangelio.

El deber de hablar claro

La Iglesia debe hablar con voz profética. Cuando Pedro Sánchez pretende imponer por decreto el derecho a matar, los obispos deben responder con la fuerza de la verdad. La tibieza y cobardía de los obispos españoles no solo mancha su conciencia: desorienta al pueblo creyente.

Los fieles católicos necesitan pastores, no burócratas eclesiásticos. Necesitan oír a sus obispos denunciar la injusticia, no verlos posar en conferencias sobre la “sostenibilidad emocional”. El mandato de Cristo fue claro: “Id y anunciad la verdad”. No dijo “id y callad para conservar privilegios”.

El pueblo de Dios exige claridad moral. Si los obispos no defienden la vida, la defenderán los laicos, los sacerdotes fieles y los medios que aún se atreven a llamar al mal por su nombre.

Llamamiento a la valentía episcopal

La historia juzgará con severidad a esta generación de prelados. Ante el aborto constitucional, su silencio será recordado como una traición al Evangelio de la Vida. Porque cuando la jerarquía calla ante el crimen, se hace cómplice de él.

La cobardía de los obispos españoles hiere la credibilidad moral de la Iglesia. Ninguna reforma litúrgica, ningún programa social, ningún documento sin vida servirá para recuperar la autoridad perdida. Solo la valentía y la fidelidad al Evangelio podrán restaurar la confianza de los fieles.

Si callan ante la muerte del inocente, ¿ante qué hablarán? Si se someten al poder político, ¿a quién servirán? A Dios o al César. No hay término medio.

En tiempos de oscuridad, los pastores verdaderos deben levantar la voz. España necesita obispos santos, no gestores. Necesita profetas, no diplomáticos. Necesita hombres dispuestos a perderlo todo antes que traicionar a Cristo.

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