Europa en manos de China: dispara sus importaciones de tecnología china y ya superan en un 828% a las de Estados Unidos

Europa ha importado unos 4.267 millones de euros en tecnología de telecomunicaciones china

Europa y la creciente dependencia tecnológica de China

La dependencia tecnológica de Europa respecto a China alcanza niveles alarmantes. En junio de 2025, el Viejo Continente importó 4.267 millones de euros en telecomunicaciones chinas, un 828% más que las procedentes de Estados Unidos, tal como recoge OK Diario. Este dato refleja no solo un desequilibrio comercial evidente, sino un riesgo estratégico en plena tensión geopolítica.

Mientras tanto, en un contexto de acusaciones de espionaje contra las tecnológicas chinas, la Unión Europea parece avanzar hacia una entrega cada vez mayor a Pekín. El fenómeno no es nuevo, pero se acelera. Y lo hace en sectores críticos que afectan directamente a la seguridad, la soberanía y la competitividad del continente.

Telecomunicaciones: la puerta de entrada de Pekín

Las importaciones de tecnología china han crecido en todos los frentes. En consumo, son nueve veces mayores que las de Estados Unidos. Europa compró en junio apenas 459 millones de euros a la primera potencia mundial, frente a los 4.267 millones adquiridos a China.

La brecha es evidente: respecto al mismo mes de 2024, la diferencia ha aumentado en 116 millones de euros, según Eurostat. Esta tendencia coloca a China como el principal proveedor tecnológico del continente, desplazando cada vez más a Estados Unidos.

Lo preocupante no es solo la magnitud de la cifra, sino la naturaleza de lo importado. Se trata de sistemas de telecomunicaciones, un sector donde la seguridad de datos, las infraestructuras críticas y la capacidad de vigilancia juegan un papel central.

Materias primas, baterías y renovables: la trampa invisible

La dependencia tecnológica de Europa respecto a China no se limita a las telecomunicaciones. Incluye baterías, tierras raras y materias primas imprescindibles para las energías renovables. La UE habla a menudo de “transición verde” y de “autonomía estratégica”, pero en la práctica entrega sus cadenas de suministro al gigante asiático.

China controla buena parte de la producción mundial de estos materiales. Europa, sin industria suficiente para competir, queda atrapada en una relación asimétrica. De este modo, el discurso sobre la independencia energética se convierte en un espejismo.

Además, los coches eléctricos chinos han entrado en el mercado europeo con fuerza. No se trata solo de precios bajos, sino de calidad competitiva. Este fenómeno ya ha provocado pérdidas de empleos en la industria automovilística de la eurozona, especialmente en Alemania y Francia.

Escándalos de espionaje y la reacción de Trump

El debate sobre la dependencia tecnológica de Europa respecto a China coincide con las denuncias de espionaje. El presidente norteamericano Donald Trump acusó a Huawei de recopilar datos sensibles para el Partido Comunista Chino (PCC). Aunque todas las grandes tecnológicas almacenan información de sus usuarios, el temor radica en que dichos datos terminen en manos de Pekín.

En un caso paralelo, Trump exigió la dimisión inmediata de Lip-Bu Tan, consejero delegado de Intel, por conflicto de intereses. «El consejero delegado de Intel se encuentra en una situación muy conflictiva y debe dimitir de inmediato. No hay otra solución», afirmó el líder norteamericano en TruthSocial.

La reacción de Trump no se quedó en palabras. Su administración cerró un acuerdo con Intel para invertir 8.900 millones de dólares en acciones ordinarias de la compañía. El objetivo es claro: reforzar la industria de semiconductores y blindar la soberanía tecnológica estadounidense.

Estados Unidos invierte en soberanía, Europa en dependencia

Mientras Trump apuesta por financiar a sus tecnológicas nacionales, Europa sigue abriendo la puerta a Pekín. Washington, a través de la Ley Chips y Ciencia y del programa Secure Enclave, canaliza fondos estratégicos para garantizar independencia en un sector vital.

Europa, en cambio, parece caminar en dirección contraria. Las instituciones comunitarias hablan de “estrategia industrial europea”, pero los hechos reflejan lo contrario: mayor exposición a China, menor autonomía en decisiones clave y pérdida de peso en el escenario internacional.

La falta de liderazgo en Bruselas y la connivencia de muchos gobiernos nacionales con la agenda globalista conducen al Viejo Continente hacia una dependencia cada vez más peligrosa.

La dependencia tecnológica y la pérdida de soberanía

La dependencia tecnológica de Europa respecto a China no es un fenómeno aislado, sino parte de una estrategia más amplia. Pekín busca consolidar su papel como potencia dominante en el siglo XXI, utilizando la tecnología como palanca de influencia.

Europa, sin capacidad de reacción, sacrifica soberanía a cambio de precios competitivos. Pero el coste a largo plazo puede ser devastador. Un continente sin autonomía en telecomunicaciones, sin control sobre baterías y sin industria en sectores clave se convierte en un actor subordinado en la arena global.

Más aún cuando las importaciones provienen de un régimen comunista que utiliza la tecnología no solo como motor económico, sino como herramienta política y de control.o

La dependencia tecnológica de Europa respecto a China crece sin freno. Los datos de Eurostat lo confirman: la diferencia con Estados Unidos es abismal. Y mientras Pekín refuerza su posición, Europa debilita la suya.

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