¿Maternidad no, “género” sí? | Mariano M-Aedo

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Hace poco (apenas un mes) el gobierno socialcomunista, que padecemos, anunció una modificación del complemento por maternidad en las pensiones, debido a que el Tribunal de la UE había indicado en 2019 que, al excluir a los hombres, iba contra la directiva europea sobre igualdad de trato entre hombres y mujeres, entendiendo que la aportación de los hombres a la demografía es «tan necesaria como la de las mujeres».

Se introducían algunas modificaciones que los medios de comunicación comentaron: se incluía a las madres de un solo hijo (algo positivo) pero se mantenía la injusticia con las familias numerosas al seguir ignorando a los hijos a partir del quinto.

El sistema se varió, en lugar de un porcentaje (5% para 2 hijos, 10% para 3 y 15% para 4 o más) se pasaba a una cantidad fija mensual de 27€ por hijo (hasta 4 máximo). Escrivá presumía gozoso de las grandes mejoras porque ahora sería más progresivo, es decir que se ayudaría básicamente a las mujeres con pensiones mínimas y menos hijos, siendo las perjudicadas las que tuvieran más hijos y una pensión (2 hijos y pensión de 1.080€ o familia numerosa y más de 800€).

También se permitía a los hombres acceder a él (la razón teórica del cambio) pero en condiciones nada igualitarias: tienen que tener una pensión menor que la madre y demostrar que han cotizado un 15% menos inmediatamente después del nacimiento de algún hijo.

Sin embargo, el cambio profundo y verdaderamente revolucionario quedó en la penumbra sin que se comentase públicamente:  el gobierno cambiaba de raíz el motivo del complemento, es decir, hacía desaparecer el antiguo complemento y lo sustituía por otro, parecido al menos en sus efectos prácticos, pero radicalmente distinto, por no decir contrapuesto. 

El gobierno, ante la necesidad de corregir la discriminación injusta del varón como había demandado el Tribunal europeo no hizo lo lógico, que sería haberlo ampliado a los hombres, o al menos haberlo hecho subsidiariamente.  Por el contrario, ha optado por rehacerla, introduciendo su dogmático sesgo ideológico eliminando el “Complemento por maternidad en las pensiones” y creando un nuevo “Complemento…para la reducción de la brecha de género”.

Gran “avance”, nada de ayudar a la maternidad (ni paternidad, claro está), que deben ser tonterías privadas que no merecen ninguna ayuda, no, aquí el problema es la “brecha de género”, es decir, que no todos cobremos la misma pensión, al comparar hombres con mujeres (aunque con sus proyectos de leyes transgeneristas, a lo mejor abolen también estas denominaciones y terminan de liar la situación, tentando a los hombres a que en el momento de empezar a cobrar la pensión se “sientan” mujeres aunque sólo sea mientras la tramitan…).  Por supuesto nada se dice de otras brechas como la profesional (probablemente cobran más pensión los fontaneros que los agricultores, o los mineros que los torneros, los médicos que las empleadas de hogar, …) o de la brecha regional (cobran mayores pensiones en Cataluña o Madrid que en Extremadura o Andalucía), etc.  

Aunque sea de Perogrullo, pero es necesario decirlo: las pensiones, en principio, corresponden a lo cotizado (aunque existan evidentes desajustes que deberían ser corregidos por supuesto) por lo tanto no es tanto un problema sino lo razonable que haya pensiones diferentes por distintas cotizaciones.  Luego revisar esas diferencias sólo a la luz del sexo de los pensionistas, que tanto les obsesiona, puede llevar a conclusiones absurdas.  Por otra parte, cualquier estudio serio demuestra que el problema no se produce en general entre hombres y mujeres sino entre madres (y en mucho menor medida padres) y aquellos que no lo son.

Pues bien, en lugar de mantener y mejorar ese complemento por maternidad, reconociendo el inmenso bien social que hacen las madres y padres teniendo hijos y cuidándolos; y, como consecuencia, profundizar en otras medidas reales que les ayuden y defiendan sus derechos, se reconvierte en otra batalla más de su obsesiva batalla ideológica por la ideología de género y el ultrafeminismo.

En definitiva, la visión ideológica del gobierno aplasta de nuevo cualquier consideración realista sobre las necesidades y derechos.  Y así, arrasa una de las escasísimas medidas Profamilia y la transforma en un instrumento para “reducir la brecha de género”.  En esta línea se incluye una disposición por la que cuando la diferencia entre las pensiones de hombres y mujeres de un año sea menor del 5% se eliminará.

En definitiva, otro paso atrás (y ya es difícil dar muchos más en España) en reconocimiento y ayuda a las familias, a la maternidad/paternidad, a la natalidad, y otro gran “avance general” (refiriéndose general a género claro).

Mariano Martínez-Aedo | Vicepresidente IPF

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