El turismo y la hostelería han perdido dos tercios de su peso en la economía, con 728.000 trabajadores del sector afectados.
El turismo, una de las principales patas sobre las que se asienta el PIB nacional, ha sufrido el azote inmisericorde de la pandemia durante los últimos doce meses, lo ha plagado de girones y ha puesto contra las cuerdas un tejido empresarial ya de por sí delicado debido al tamaño de las pymes y al alto número de autónomos que lo conforman. Queda apenas un tercio de aquel 12,4% del PIB que lucía orgulloso en el haber de este sector hasta el impacto del coronavirus, que encerró a la población en casa, hibernó la economía y paralizó toda actividad económica y social.
El turismo, y todos los sectores que incluye, llevaron sus índices casi a cero por primera vez en su historia y ni siquiera las reaperturas han conseguido hacer remontar sus datos. Los consiguientes confinamientos, parciales y perimetrales, las restricciones de la movilidad y los horarios y los consiguientes rebrotes han impedido que la recuperación se haya hecho efectiva. Aerolíneas sin pasajeros, hostelería con aforo reducido, hoteles sin huéspedes, comercios vacíos, agencias sin viajeros y el ocio nocturno cerrado a cal y canto un año después. Ese es el triste panorama que acumula unas cifras negativas para olvidar.
Apocalipsis turístico
Después de un 2019 de récord absoluto, con más de 83,5 millones de visitantes internacionales y el título de segundo país más visitado del mundo tras Francia, la industria turística española vislumbraba un 2020 lleno de éxitos, pues enero y febrero comenzaron con crecimientos tanto en visitantes como en gasto, lo que convertía en un sueño alcanzable superar la barrera de los 85 millones de turistas y, lo que es más importantes, rebasar los 95.000 millones de euros de gasto acumulado por esos viajeros al final del ejercicio.
Sin embargo, el 14 de marzo de 2020 todos esos anhelos se hicieron añicos dando paso al peor año de la historia del sector. Los datos no dejan lugar a dudas, ya que nuestro país apenas recibió 18,9 millones de visitantes internacionales durante el pasado ejercicio. Es decir, la pandemia se ha llevado, de un plumazo, casi 65 millones de viajeros, lo que supone retroceder cuatro décadas y situarse en cifras propias de finales de los años 60, cuando el «Spain is different» atraía a suecos y alemanes a las costas.
El cierre de fronteras y el bloqueo perimetral de la mayoría de regiones durante gran parte de 2020 ha dejado a la industria turística tocada y hundida, tras encajar dos terceras partes de la destrucción total del PIB en España, con una caída libre del 80% de su facturación habitual, pasando de aportar más del 12,4% al PIB en 2019 a quedarse en un raquítico 4,3% en 2020.
Agencias de viajes, aerolíneas y alojamientos se han convertido en los más vulnerables, abandonados en un océano de incertidumbres y sin apenas ayudas a las que aferrarse para seguir respirando. De hecho, cuatro de cada diez agencias de viajes echarán el cierre de manera definitiva si no llegan ayudas directas, según estima la Unión Nacional de Agencias de Viajes (UNAV). «Hemos sido el sector más malherido por esta crisis», reconoce José Luis Zoreda, vicepresidente ejecutivo de Exceltur, quien recuerda que «llevamos prácticamente 12 meses sin facturar». La consecuencia más dramática de todo ello se deja sentir en el incremento del 36,6% del número de parados en este sector. No en vano más de 728.000 trabajadores de las distintas ramas turísticas se han visto afectados por la sacudida de la pandemia.
Y aunque la llegada de las vacunas a finales de 2020 se convirtió en una esperanzadora noticia, lo cierto es que la lentitud de su implantación y la aparición de nuevas variantes han truncado la ilusión de reconquistar el turismo internacional a corto plazo. De hecho, con la Semana Santa ya cancelada, desde Exceltur estiman que para el primer semestre de 2021 las empresas del sector registren, de nuevo, caídas cercanas al 70%. Según la patronal, España no volverá a manejar las cifras previas a la pandemia de Covid hasta el segundo semestre de 2022 o incluso primer trimestre del año 2023.
La hostelería agoniza
La hostelería no muestra unos síntomas mucho mejores. Ya han cerrado casi 100.000 establecimientos de los 310.000 que había en la «vieja normalidad»; casi 300.000 empleos se han perdido y cerca de 350.000 se mantienen en ERTE, una cifra conjunta que se acerca peligrosamente a la mitad de todo el colectivo. En total, de las 762.742 personas que han engrosado las listas del paro durante el último año más de 500.000 lo han hecho en el sector servicios –que incluye el comercio, otros de los grandes damnificados–. La patronal Hostelería de España advierte de que «si las ayudas no llegan de inmediato, los despidos llegarán al millón este año».
Por tanto, bares y restaurantes esperan con ansiedad que el plan de ayudas directas aprobado el viernes por el Consejo de Ministros llegue de verdad a sus bolsillos, de forma generalizada y sin contraindicaciones que les impidan acceder a ellas pese a haber sufrido una caída de ventas superior al 50%.
Pero este desplome lo acusan también todos los sectores auxiliares. La patronal de la industria alimentaria calcula que más de 1.700 empresas han cerrado y se han abierto procedimientos de despidos colectivos. En juego también están otros 100.000 empleos indirectos.
(Raquel Bonilla | Javier de Antonio. Diario La Razón)