Por tierras de España: Teverga | José Riqueni Barrios

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Teverga

          Foto de portada: Mirador de Puerto Ventana (Asturias)

Una ruta con la que ampliamos en su día nuestra estancia en La Cueta (Babia) es la que, subiendo desde San Emiliano, capital de la babia de Abajo, alcanza Puerto Ventana (1587m) y se adentra en Asturias, siendo éste, junto con el de Somiedo, dos accesos de las montañas de Asturias a la Meseta, transitado antaño en verano por arrieros que pasaban de uno a otro lado con productos propios de su comarca.

La asturiana Teverga forma parte del Parque Natural de Ubiñas-La Mesa, declarado Reserva de la Biosfera (2012).

Teverga es un herbolario al aire libre. Paso a paso, cada una en su hábitat propio, encontramos plantas aromáticas a las que una cultura, la tan cercana de nuestros abuelos, dio mil usos medicinales y curativos.

Teverga es un espacio natural casi virgen y en sus bosques aún viven osos y urogallos sobre un suelo que nos obsequia con decenas de especies florales.

Siguiendo la ruta en coche que completamos en su día, comenzaremos esta incursión en Asturias, desde las altas tierras leonesas, situándonos en San Emiliano, capital de la Babia de Abajo, recordando una vez más las vistas bellísimas que tiene esta carretera desde que alcanzamos Candemuela hasta dejarnos en el mismo mirador de Puerto Ventana.

De San Emiliano a Puerto Ventana (Foto del autor)

 Mirador de Puerto Ventana: Una amplia explanada aparece a nuestra derecha conforme alcanzamos este alto. Un gran panel informativo muestra una fotografía panorámica de las crestas y va nombrando cada una de ellas.

Bajando el puerto a la derecha se llega a la Braña de las Cadenas y avanzando un poco más, ahora a la izquierda, un parking sirve como punto de partida para hacer senderismo por el Hayedo de Montegrande hasta llegar a la Cascada Real de Xiblu.

          Páramo (Parmu): Tras sortear mil curvas, a través de un siempre bello bosque galería, justo a 14 km desde que iniciamos la bajada del puerto, se ubica este pueblo. Caserío que nos dio la impresión de ser muy turístico en el sentido de dar servicios a quienes se dedican a la escalada, el senderismo, la observación de la naturaleza o el descanso en un rincón aún virgen. Junto a Páramo, a un kilómetro, está Villa de Sub.

          Pero como lo nuestro es rodar, dejamos atrás Páramo y entramos en el Desfiladero de Sampedro a cuyas orillas encontramos numerosos fotógrafos con enormes teleobjetivos y mirones con telescopio, unos y otros enfocando las paredes verticales de esta hoz. Apenas rebasada esta cortadura nos topamos con un merendero junto a la casetilla informativa de Cueva Huerta, una gruta visitable que da cobijo a tres especies distintas de murciélagos.

Volvimos al coche, al objeto de avanzar por la carretera que habíamos traído, y llegamos al cruce que lleva a Fresnedo en donde se observan pinturas rupestres en un cortado de la roca, bien desde la misma carretera bien subiendo y sujetos a una “cuerda de vida”.

Ntra. Sra. del Cébrano (Foto del autor)

 Continuamos al frente y al poco tomamos a la derecha una carretera que nos dejó al pie del santuario de Ntra. Sra. del Cébrano.

Bajamos a la carretera, saliendo hacia la derecha, y al poco de avanzar encontramos la señalización al parking del Parque de la Prehistoria, al que accedimos para informarnos de su contenido.

Este parque, una visita obligada y reposada, si se va con niños en edad escolar, se distribuye en varias zonas: Recepción con tienda de regalos, área infantil, picnic, varios recintos de avistamiento de animales, acceso a la Senda del Oso -de San Martín a Cueva Huerta-, Galería expositiva y Cueva de Cuevas. Entre los animales que se han introducido en este parque y que se observan en las áreas destinadas a tal fin, están: Bisonte europeo, gamo, ciervo, bóvidos de Heck, caballo Tarpán y caballo Przewalski.

Con el caer de la tarde, tocaba café y repostería del lugar. Ello aconteció, por más señas, en San Martín de Teverga. Charlamos con la señora que nos atendió y ella nos explicó que siguiendo la calle en que habíamos aparcado, a la izquierda estaba a Plaza -¿la iglesia de las dos momias?, le anoté-. “Sí, esa misma”, nos respondió. Y si giramos a la derecha -así proseguía nuestra improvisada y amable guía- encontraremos la Senda del Oso que va sobre una antigua vía férrea. Le preguntamos algo cuya respuesta ya sabíamos, un lugar que está a poco más de diez kilómetros de aquí. -Señora, ¿y para ver osos? “Los osos en Proaza”, que así responden los asturianos sobre el tema. Ella incluso nos dio los nombres de cada animal, ya que estas fieras son muy populares en la zona.

© José Riqueni Barrios

 

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