Política, políticos y politicastros (y IV) | Luis David Bernaldo de Quirós

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Y con esta entrega terminamos. Esperamos y deseamos no haber sido pesados con el tema, pero es que los asuntos que hemos visto están en el “candelabro”, que diría un votante sociata.

Como se está viendo en esta descuartizada España, unos pocos están complicando, liando, confundiendo, etc., la vida de todos, ya que la convivencia, el acuerdo, la armonía, la concordia, la tolerancia, el entendimiento, etc., etc., tal parece que han desaparecido del mapa.

Uno de los muchos aspectos negativos de los de la internacional de la mentira, del odio y del terror, es la eliminación de la dignidad de las personas, por mucho que digan lo contrario. Dicha dignidad nada quiere saber de discursos, de arengas, de peroratas, de carteles, de anuncios, de manifestaciones, de promesas, etc., etc., sino de realidades, circunstancias y contextos de la vida.

Para que se llegue a esa dignidad, hay que hacer un par de cosas: nitidez, transparencia, desinterés y claridad en todo lo concerniente a lo público, llevado a cabo por personas convenientes, adecuadas, competentes, capaces  y responsables, y la otra, dejarse de cortinas de humo y cantos de sirena para resolver los problemas reales, dejando de un lado las ideologías y los grupitos de ciertas “formaciones” que pintan menos que la blanca doble.

Si estas cosas, y otras, no se hacen, se llega a los grandes problemas que tenemos en estos momentos: inflación drástica; paro progresivo e inquietante; déficit presupuestario; Estado ineficaz y costoso; privilegios, momios, canonjías, sinecuras, prebendas y enchufes vejatorios y enojosos, y todo lo que ustedes quieran añadir. La incapacidad e insolvencia de este desgobierno, están a la vista.

Por otra parte, España está inmersa en una terrible confusión política. La persona española normalmente constituida, trata de encaminarse correctamente, pero sin logarlo, ya que el momento presente es una algarabía, una jerigonza y un desorden. Del futuro ¡para qué vamos a hablar! Las perspectivas y esperanzas no son buenas . . . aunque para algunos, algunas y “algunes”, en el 2030 o en el 2050 todo estará solucionado, oiga.

La inmensa mayoría de personas españolas queremos que haya un respeto mutuo en varios aspectos, como por ejemplo en el trabajo y en los quehaceres de todo tipo, ya sean materiales o espirituales. También queremos la verdadera libertad, la verdadera justicia, el verdadero orden, la verdadera seguridad, es decir, la verdadera dignificación de la persona.

Frente a todo esto, y en auténtica oposición, divergencia y contraste, nos encontramos en una situación que está muy lejos de la que deseamos. Cada día brotan nuevas dificultades y problemas, amén de empeorar los que ya existen, no vislumbrándose posibilidades y remedios para solucionarlos.

Amén de todo esto, está el afán de protagonismo de algunos, algunas y “algunes” que dicen que representan a “grupos” que, entre otras cosas, exponen y exhiben unos programas que dicen que tienen como objetivo solucionar los enormes problemas que padecemos, cuando en realidad los incrementan. El populismo, la monserga, la demagogia y la logomaquia de sus proclamas y teorías, nada tienen que ver con la realidad.

Aparte de todo esto siguen existiendo arreglos, compromisos y tratos ocultos y subyacentes, amén de cadenas ocultas que mangonean todo tipo de enredos, marañas, embrollos y tinglados, no preocupando mucho el solucionar esta terrible situación que atravesamos. Da la impresión de que la incapacidad, la ineptitud, la torpeza, el atolondramiento y la inconsciencia son las características de este desgobierno de su “Sanchidad”.

No se comprende muy bien que el mentado desgobierno pierda el tiempo en discusiones un tanto raras, empleando el característico lenguaje improcedente y equivocado de “derechas, “izquierdas” y “centro”. Con esto, y con otras cosas, se intenta enganchar y movilizar muchedumbres y gentíos para que participen en marchas, desfiles y manifestaciones con fines no siempre transparentes y lúcidos.

En el tema económico, la situación es gravísima y comatosa. O se toman medidas rápidas, efectivas, serias, auténticas, provechosas y válidas, o acabaremos en una hecatombe, en un descalabro y en una catástrofe sin precedentes. No se ven auténticos dirigentes para conducir y arreglar el asunto económico. Quizá a lo mejor con los “comités de expertos”, o para el año 2050, como decíamos antes, se arregla esta terrible situación, oiga.

En fin, mientras esta gente del desgobierno no se desprenda de sentimentalismos, de camelos, de aprovechamientos circunstanciales, de ligaduras históricas trasnochadas, no habrá nada que hacer ¡Dios quiera que nos equivoquemos!

Luis David Bernaldo de Quirós Arias | Escritor

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